¿Otra oportunidad para Chávez en Honduras?
El Heraldo, Tegucigalpa
Por el exilio de su presidente "Mel" Zelaya el verano pasado, Honduras, un pequeño y desde el punto de vista europeo un poco dormido país centroamericano, se encontró repentinamente en el foco de interés público del mundo. Ante los sucesos del 28 de junio, la opinión pública se dividió más que nunca cuando, por orden del tribunal supremo, las fuerzas aéreas hondureñas transportaron al presidente Zelaya a Costa Rica inconstitucionalmente y el Congreso Nacional eligió con mayoría absoluta a Roberto Micheletti como nuevo presidente. Los sucesos y la subsecuente crisis estatal, que continuaba por meses, preocuparon a Obama, Medwedew, Naciones Unidas y también a la Organización de los Estados Americanos (OEA) y al final resultaron en el no reconocimiento del gobierno interino y en la expulsión de Honduras de la OEA. Sin embargo, y a pesar de toda la crítica y aislamiento, el gobierno interino logró encontrar una salida de la crisis: en noviembre del año pasado organizó elecciones libres y democráticas de las cuales surgió con mayoría impresionante el presidente actual "Pepe" Lobo.
La población celebró una victoria democrática ya que se creyó que como primer país -y sobre todo como un país pequeño y marginal– no se hubiera defendido exitosamente contra la influencia agresiva del populista izquierdista Hugo Chávez, el cual controlaba al ex presidente "Mel" Zelaya completamente al final de su mandato. El 27 de enero el presidente interino Micheletti transfirió su cargo constitucionalmente a Lobo: el mundo hondureño parecía que estaba en su debido orden. Ahora, se convierte en una triste certeza lo que muchos analistas políticos suponían ya desde hace mucho tiempo: el fisco, saqueado de Zelaya y no consolidado por Micheletti a causa del aislamiento internacional, no tiene ni un duro -en una dimensión desconocida que incluso para un país muy endeudado como Honduras hay que calificarlo como dramático.
El Presidente Lobo reaccionó inmediatamente y proclamó el 29 de marzo el estado de emergencia nacional: no más se pudieron pagar los sueldos del servicio público, la percepción de renta pública por el ejecutivo estuvo al borde del colapso. Para el alivio rápido de la crisis, el Congreso Nacional de Honduras aprobó, el 28 de marzo, en primer paso un paquete de leyes único en términos hondureños que supuestamente favorecerá el fisco rápidamente por algunos 7.6 mil millones de lempiras (calculado aproximadamente 300 millones de euros) por medio de una reforma fiscal y la cancelación de numerosos privilegios fiscales. Hasta que se realicen estas medidas y se pueda recaudar los fondos, pasarán por lo menos aún seis meses según los cálculos de los expertos –e incluso eso suena optimista ya que en Honduras nada funciona rápido y recto a causa de la corrupción extendida y una cierta tranquilidad latinoamericana.
Aún más alarmante es que la cooperación internacional, la cual se aplazó sin sustitución o equivalente en el año pasado a causa del exilio de Zelaya, será retomada muy lentamente. Las negociaciones para la reanudación de la cooperación al desarrollo con Alemania comenzarán solo a fines de abril.
La crisis en Honduras hace aparecer a un viejo conocido: Hugo Chávez, el representante del "Socialismo del siglo XXI". Después de su derrota en Honduras el año pasado, el populista izquierdista, el cual ejerce su influencia en toda América Latina por su alianza de estados Alba, presiente su segunda oportunidad. Generosamente promete a Honduras rápidas ayudas financieras y Lobo, el cual en realidad viene de otra ideología política, (fue candidato del partido conservador derechista, el Partido Nacional de Honduras) ya respondió a eso con un acercamiento vacilante: hace unos días se designó un "Embajador de Honduras para los estados de Alba", un proceso único y una revalorización de esa alianza de estados que hasta ahora solo engloba ocho estados latinoamericanos y está controlada por Chávez.
El proceso es delicado: en el marco de la crisis estatal el Congreso Nacional por lo menos decidió la separación de la Alba después de que Zelaya dirigió su país a la alianza.
Sin embargo, a Lobo no se le puede reprochar el procedimiento: desde la política interior y exterior está bajo presión masiva. El hecho de que fue electo sobre todo para seguir poniendo coto a la influencia de Chávez y salvaguardar los éxitos políticos del año 2009 le hace parecer como figura trágica ante esta situación.
Ahora es importante que la comunidad internacional no deje que Honduras pierda su buena voluntad de fortalecer el estado de derecho y la democracia, de otra manera, empujaría al país a los brazos abiertos del presidente venezolano que representa en América Latina todo, menos la democracia ni la constitucionalidad.
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