Palabra de Fidel
El País, Montevideo
La radio estaba prendida desde la mañana a la noche, en la casa y en el negocio. El dial oscilaba entre El Espectador y Radio Carve, "la 14" y "la 16", con algunas escapadas a "Glorias de España", que estaba en otra emisora y Sarandí, para Solé.
Tenía doce años la primera vez que me impresionó la política. Radio Carve denunciaba la traición de Fidel Castro y se escuchaban sus propias palabras: "…y toda esta campaña de `comunista, gobierno revolucionario`, campaña falsa, campaña canallesca, que ni nos preocupa, ni nos asusta. El pueblo de Cuba sabe que el gobierno revolucionario no es comunista". (Enero de 1959). Le seguían estas otras: "Soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida". (2 de diciembre de 1961).
En casa no se hablaba de política, salvo cuando venía mi abuelo materno, que era gallego y comunista, "como Fidel", decía. Yo quería a mi abuelo pero no me interesaban sus explicaciones.
En realidad yo quería jugar al fútbol en la calle, escuchar los partidos de Peñarol o encontrar un cliente del bar, que me llevara al estadio.
Pero de noche tenía miedo; me dormía con miedo. Escuchaba Radio Carve y pensaba, si viene el Comunismo, ¿le sacarán el bar a papá?
En Cuba vivía un hermano de mi abuelo, el tío Nicolás. Mi madre se escribía con él y sus primas cubanas (todavía lo hace). Al tío le habían sacado todo, tenía una flotilla de pesca. Una parte de la familia se fue a Miami, otra vive aún en Cuba.
En 1964, pasé seis meses con mis abuelos paternos en Asturias. Cuba estaba a la orden del día. Por los pueblos y aldeas había muchos "cubanos", es decir emigrantes que habían salido de la isla con lo que pudieron llevarse y el asunto era tema obligado. Me llamaba la atención que ninguno de ellos culpara a Castro, totalmente, de la creación de un régimen comunista en Cuba. "Fue obligado por la presión de los EE.UU.", decían unos; el que más influyó fue su hermano Raúl, decían otros, ese sí era comunista.
Pasó el tiempo. En 1969 entré a la Universidad, leía Marcha y me divertí mucho con un espectáculo de Elina Berro (Mónica) en el que un par de viejitas cantaban: "Nosotras, las viejitas democráticas; nosotras, escuchamos Radio Carve, y por eso le tenemos miedo al cambio". Para ese entonces ni escuchaba Radio Carve ni le tenía miedo al cambio, pero pronto conocería otros miedos como el de salir a la calle sin la cédula, junto a otros cientos de pequeños y grandes miedos. Me fui a Europa y en la Universidad me encontré con gente que había vivido los mismos miedos, en Argentina, en Chile, pero también -¡oh novedad!-, en Cuba, en Polonia, en Hungría o en Checoslovaquia.
Pasaron 50 años y Fidel aún está en el poder. El viejo tirano sigue mintiendo, y mentirá hasta el último día de su vida. Pero es hora de arreglar una pequeña cuenta: ¿cuándo comenzó a mentir sobre su opción ideológica?
Durante sus años de Sierra Maestra y en los primeros dos años de la revolución fue insistente y hasta obsesivo: "No me rompí el pescuezo luchando contra una dictadura para caer en manos de otra. El imperialismo soviético es igual al imperialismo norteamericano" le dijo en julio de 1958 al periodista Enrique Meneses, uno de los tantos que contribuyeron a crear su mito.
El jesuita español Amado Llorente, había sido su profesor. En diciembre de 1958 se entrevistó con Castro: "Él me confesó (…) que había perdido la fe, y yo le respondí: `Fidel, una cosa es perder la fe y otra la dignidad`", relató Llorente y luego le preguntó si se había vuelto comunista: "Padre, de dónde voy a sacar el comunismo si mi padre es más franquista que usted", respondió Fidel. Pero, por esos mismos días le confesó a José Ignacio Rasco, un viejo compañero del colegio jesuita de Belén: "Chico toda esa porquería que estudiamos en Belén no nos sirve para nada. (…). Y no hay como el marxismo, tú sabes porque hemos hablado otras veces, no hay como el marxismo para hacer una revolución y lo que hace falta en Cuba es una revolución".
Rasco pensaba que Castro era comunista desde el año 1948; Fidel le daría la razón: "Ya yo era marxista-leninista hacía por lo menos cuatro años antes de Moncada" (1953), le dijo a la Televisión Cubana en julio de 2000.
En mayo de 1953, su hermano Raúl Castro, trabó relación con un joven agente soviético, Nikolai Leonov. En 1956 se volvieron a encontrar en la embajada soviética en México, esa vez estaba el Che Guevara. En febrero de 1960 llegó a Cuba el viceprimer ministro soviético Anastás Mikoyán, Leonov era el traductor. El proceso de sovietización ya era público y lo demás es historia conocida.
A mediados del año anterior Fidel Castro había pasado brevemente por el Uruguay. El 5 de mayo de 1959, en la Explanada Municipal de Montevideo, ante una multitud, dijo:
"Uruguay, el pueblo más pequeño de América del Sur, es el pueblo más prestigioso de América del Sur. (…) Uruguay ha demostrado ante el mundo la falsedad de que los latinoamericanos no sabemos tener instituciones permanentes. (…) Uruguay es, entre los pueblos de América del Sur, el que más ha logrado (…), y ha logrado no sólo en sus instituciones sociales, ha logrado lo que en lo político parecía imposible. (…), Uruguay ha demostrado que el gobierno colegiado es posible. (…) Uruguay ha demostrado más estabilidad política que ningún otro pueblo de América, y ha demostrado más orden y más progreso, y lo ha demostrado sin caudillos, lo ha demostrado sin dictadores, lo ha demostrado sin regímenes de fuerza, lo ha demostrado dentro de la más absoluta libertad, como prueba de que las libertades no estorban, como prueba de que las libertades no siembran la anarquía, como prueba de que las libertades no entorpecen el progreso".
Sin embargo, poco tiempo habría de pasar hasta la madrugada del 1° de agosto de 1963, cuando un grupo de seguidores de la Revolución Cubana realizó la primera acción revolucionaria, el asalto al Club de Tiro Suizo de Nueva Helvecia (Colonia).
Entonces se iniciaba otra saga de mentiras.
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