¿Cómo es el Uruguay?
Por Juan Martín Posadas
El País, Montevideo
Los uruguayos nos hemos preguntado muchas veces qué somos. Esta preocupación tuvo épocas de gran productividad; ha llenado libros enteros así como innumerables debates políticos y periodísticos. ¿Qué somos? ¿Cómo somos?
Después de las últimas elecciones la cuestión retomó fuerza; ello se puso de manifiesto en la perplejidad confesada por varios y prominentes dirigentes políticos (los que perdieron, naturalmente). El Uruguay ha cambiado, dijeron al leer el resultado electoral. Todas las sociedades humanas cambian. El Uruguay de 1940 no era el mismo que el de 1973 la víspera del golpe de Estado y es claro que el del 2010 es diferente a los otros dos. Pero ¿cómo es?
Parece un camino válido -aunque no el único- indagar las características de este Uruguay del 2010 a través del resultado electoral, ya que fueron las elecciones quienes pusieron el tema de nuevo sobre el tapete. El tipo de gobernante que un país elige es representativo de lo que ese país prefiere y, por tanto, refleja lo que ese país es. ¿Cómo es el Uruguay que votó a Mujica?
Vayamos despacio. A Mujica no lo votó el Uruguay sino medio Uruguay. Eso hace un poco más difícil el análisis. La otra mitad no lo votó y, además, Mujica ganó contrariando los deseos de gran parte de la izquierda. Vázquez y los suyos se opusieron a su candidatura todo lo que pudieron. Astori y los suyos idem. Pero Mujica les pasó por arriba aún llevando a la vista sus marcadas limitaciones.
No es aceptable una explicación de la victoria electoral por la publicidad y el equipo de asesores de imagen. Esas cosas ayudan (me saco el sombrero ante Pancho Vernazza y hago votos para que siga ahí) pero nada de eso "saca" Presidente a alguien que carezca de sintonía con la gente y que no tenga alguna especie de comunión y cierta identificación con el país al que ofrece su candidatura.
Con posterioridad a las elecciones pasaron cosas. Después de las elecciones, después del discurso en la Asamblea General, del discurso del Conrad y del discurso ante los militares en Durazno, Mujica ha ganado una aceptación mucho más amplia y generosa que el número de sus votantes. Dijo en Durazno: "La unidad nacional la empezamos a plantear la noche misma del cierre electoral. Dijimos, ni vencidos ni vencedores, aunque, como cualquier cosa debió haber gente que no le gustó. La unidad nacional sólo será posible si se practica un enorme respeto a lo diverso. Por eso estoy aquí y me hago cargo de una causa común".
La pregunta que conduce esta reflexión no refiere a cómo es Mujica sino a cómo es el Uruguay que lo votó, pero para arribar a una respuesta razonablemente satisfactoria hay que preguntarse a qué Mujica votó el Uruguay. Para ahorrar elucubraciones y espacio podemos preguntarnos ¿votó al Mujica sin saco o con saco? (¿el post Muto o ante Muto?; de nada, Gabriel). Bromas aparte, sin una respuesta a este interrogante de poco servirá este camino elegido para conocer cómo es el Uruguay.
Aún a riesgo de archivar memorias (actitud reconocidamente imprudente) me infunde esperanzas nuevas pensar que el Uruguay -haya votado a quien haya votado- habla bien de sí mismo por el crédito que le ha abierto a este Mujica.
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