El sistema carcelario cubano
Sin temor a exagerar se puede afirmar que el sistema carcelario cubano es uno de los más inhumanos del planeta. Proyecto que desde temprano animó el pensamiento de Fidel Castro, como lo expresa en una carta escrita desde la prisión de la que fue amnistiado por Batista, en la que afirma la “necesidad del terror” y de que “Robespierre fue idealista y honesto hasta la muerte” y que en Cuba “necesitamos Robespierre, muchos Robespierre!” , y no se le puede negar de ha cumplido su palabra.
Armando Valladares cumplió veintidós años preso, y salió en libertad gracias a una campaña internacional por su liberación y al hecho de que François Mitterrand intercediera en su favor. Fidel Castro, deseoso de ser invitado oficialmente a Francia le concedió ese “favor” al presidente francés. Un sobreviviente del Gulag, tras leer las Memorias de prisión de Armando Valladares, declaró que le hubiera costado imaginar que existiera un régimen de prisión peor que el que él había vivido en Rusia. Allí quienes habían logrado salvarse de ser ejecutados, eran desterrados a zonas inhóspitas en donde eran concentrados en condiciones infrahumanas. Podían ser sometidos a trabajos forzados, y a enfrentar las peores condiciones climatológicas, pero no se practicaba sobre ellos un ensañamiento particular para que se arrepintieran y se convirtieran en colaboradores del régimen. Hasta se podría decir que se les respetaba su condición íntima de disidentes.
En Cuba, cuando se es condenado por delito de “contrarrevolución”, o de disidencia, pese a que el régimen no reconoce tener prisioneros políticos, sino delincuentes comunes o agentes del “imperialismo”, lo que significa traición a la patria, el sistema que se les aplica, les confiere de hecho el estatuto de presos de conciencia, pues una vez condenado, si el preso se niega a colaborar con las autoridades carcelarias, si no se “rehabilita” y se convierte al comunismo, entonces es considerado un “plantado”. A partir de entonces, será sometido a un régimen constante de represalias cuya característica es su carácter sádico con la intención de doblegar la voluntad del prisionero. Entre las muchas vejaciones a las que son sometidos los “plantados” : la obligación de llevar el uniforme de los presos comunes y encerrarlos en los pabellones destinados a los delincuentes de alta peligrosidad. Se les encierra en celdas de castigo por largos lapsos de tiempo (he conocido ex presos que han pasado hasta siete años en celdas tapiadas, sin ver nunca el sol, desnudos, durmiendo sobre una laja). Uno de esos castigos más inhumanos a los que son sometidos los prisioneros, y que ha sido la causa de larguísimas huelgas de hambre, es la “Recondena”; que significa que cuando un prisionero ha cumplido su condena es condenado de nuevo. Es de imaginar el dolor y el desconsuelo que semejante medida significa (por lo general, tras condenas muy largas, de veinte a treinta años, el preso es condenado de nuevo) dando lugar a largas huelgas de hambre que pueden desembocar en la muerte. El caso más sonado de muerte por huelga de hambre, fue el de Pedro Luís Boitel, líder estudiantil de la lucha contra Batista, opuesto al totalitarismo de Castro, en 1959 es condenado a diez años de prisión, sufrió tantos vejámenes que terminó muriendo tras 53 días de ayuno.
El www.Cuba Archive.org, el centro de documentación más completo acerca del sistema represivo cubano, ha documentado doce muertes a consecuencia de huelgas de hambre: la mayoría por falta de asistencia médica, o por habérseles negado el agua, como fue el caso de Orlando Zapato Tamayo, cuya muerte en febrero pasado tanta repercusión ha causado. De él expresa el “Comité pro Libertad de Prisioneros Políticos Cubanos Orlando Zapata Tamayo” de reciente fundación en Cuba : “Su muerte terrible y dolorosa no fue necesaria, pero sí fue inevitable. Para evitarla se requerían una dimensión, arquitectura y estatura morales que asociaran el concepto de lo humano con la realidad del poder. Y esa es la gran ausencia cubana. Por eso, al disolver su cuerpo en las frías celdas del Estado, Orlando Zapata Tamayo recupera el sentido moral de la persona humana por encima de los intereses siempre finitos de todo poder. Su mensaje profundo es: el valor del ser humano es el bien supremo a defender; la política, comienza después.”
Hoy otro disidente cubano, Guillermo Fariñas, activista de los derechos humanos y en libertad, habitado por esa dimensión moral a la que alude el comité citado, ha declarado una huelga de hambre y sed desde hace más de 15 días para exigir la liberación de 23 presos políticos enfermos. « Si el gobierno no realiza ese gesto humanitario, llegaré hasta las últimas consecuencias », declaró Fariñas, entrevistado por teléfono por diario español El País. El diario oficial Granma alude por primera vez a la huelga de hambre del disidente al que llama agente de Estados Unidos y delincuente común violento, con el objeto de denigrarlo ante la opinión pública, – igual que lo hizo con el fallecido Zapata, que fue acusado de ser un delincuente común -, e informar que « si se quiere morir que se muera : el gobierno no acepta « chantajes ». El castrismo ante la indocilidad, humilla y convierte en sub humana a la persona. Delincuente, gusano, escoria social, son los términos que utiliza comúnmente el régimen para designar a los opositores.
Para Fariñas, es el reconocimiento tácito” de que el Gobierno « lo va a asesinar. »
“Para mi es un honor que el Gobierno me asesine delante de toda la opinión publica internacional y nacional”. Fariñas está persuadido que Raúl Castro ha dado la orden de dejarlo morir.
Ante la acusación de ser un mercenario de Estados Unidos, Fariñas, en carta dirigida a Raúl Castro alude a su antigua condición de militar, que de haber proseguido hoy sería coronel, y admite irónico que “reconoce que cuando único fui mercenario fue al servicio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y bajos sus órdenes en África”. Y le agradece a Raúl castro “permitirle morir” por sus ideas prodemocráticas, ya que “constituye un honor” pues según el himno nacional cubano:” Que morir por la patria es vivir”. ¡Un verdadero plantado!
El Comité Ciudadano por la Integración Racial, de reciente fundación, declara a propósito de la muerte de Zapata: “Esta muerte refleja por un lado la sórdida estructura cruel del modelo de Estado en Cuba; la arrogancia ideológica y cultural de la elite política; la deshumanización de los sistemas coercitivos del gobierno, después de la banalización represiva tras largos años de ejercicio, y la profunda crisis en las reservas de sensibilidad moral de las autoridades que se dan el lujo de arriesgar su imagen pública, en el tonto forcejeo del poder con la satisfacción responsable y obligada de las demandas de los ciudadanos. Porque Zapata Tamayo era un ciudadano cubano, preso bajo la responsabilidad absoluta del gobierno”.
Por otro lado también alude a la connotación racial inherente a la muerte de Zapara por su condición de negro : que poco mereció la compasión de sus carceleros por su manifiesta “ingratitud” frente a sus “libertadores”.
La condena del CIR al gobierno cubano por esta muerte “no es solo moral y política; es además, y por todas aquellas connotaciones, una condena en términos civilizatorios, culturales y de identidad”.
Aunque parezca paradójico, si existe un logro por el que la “Revolución” cubana ha alcanzado el grado de excelencia, no es en la educación y el sistema de salud como se afirma, es en su sistema represivo y de cárcel implantado desde 1959, al cual el régimen le debe su perennidad.
La autora se especializa en etnopsicoanálisis e historia, es consejera editorial de webarticulista.net y autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA
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