A las grandes ligas vas, Chávez…
Me parece que Hugo Chávez está siendo subestimado en todo el mundo, en el sentido de que se minimizan muy convenientemente su chifladura y megalomanía. Pienso que deberíamos voltear los ojos a lo que sucede estos días en la pobre Venezuela, porque a como va, Chávez bien puede ser el próximo Hitler, nomás que versión tropical. A su lado, los Castro lucirán como niños dormidos: tamaño perturbado va para las grandes ligas de Stalin y Pol Pot.
Vea, no es pura animadversión mía, aunque reconozco, eso sí, que no le tengo simpatía a los patanes, menos si se la pasan borrachos de poder. Muchas cosas horribles escuchamos a diario, puede decir usted, comenzando por nuestro propio país. Hay tanto por tratar a nivel local, de modo que ¿por qué dedicar a ese fulano una página, otra, de un diario guatemalteco? Mi respuesta es: porque la maldad no tiene fronteras, y Chávez, con el platal que tiene, representa un peligro para nosotros más que solo latente.
Ahora pretende destruir Internet. Claro que nunca lo pondrá con esas palabras, aunque tampoco disimula lo mucho que le molesta una tecnología adonde todavía no ha podido meter su podredumbre totalitaria. “Esas páginas no pueden ser libres para decir lo que te dé la gana”, despotricó.
¿Y por qué no, palurdo?, pensé. ¿Porque no te apetece que hagan videos chistosos sobre ti, bailando con tus amigotes con vestidos de can-can? (el video en You Tube es de lo más divertido: “El Alba baila merengue”). ¿Porque debes tener el monopolio del insulto, y solo tu radio estatizada puede llamar “borracho” al rey de España, entre otras lindezas? (y no porque Juan Carlos le parezca una maravilla a mi corazoncito más bien anti monárquico). ¿O porque “vivan los medios”, dirás, siempre que estén asociados con complacientes y bastante ignorantes progres que despotrican contra el sistema que los ha hecho millonarios, como tu cuate Sean Pean?
No perdamos de vista que políticos y libertad —sobre todo la de expresión y la económica— no suelen mezclar bien. Los primeros tienden a ofuscarse por la crítica que se ejerce a través de los medios, y que justifica la existencia misma de los segundos. Pero prensa plegada no es prensa, es aparato de propaganda. Además, nunca la crítica es bastante: es preferible ser injustos con alguien que está haciendo bien su trabajo en el sector público, que oficiosos con alguien de esa cofradía, brillante o mediocre, impoluto o corrupto, por la sencilla razón de que sin la crítica y la fiscalización constante al quehacer público, no hay tal cosa como dinámica republicana ni democrática.
De manera que la Internet no es un “territorio sin ley”, como rastreramente lo puso la Fiscal General de Venezuela, secundando a su amo. A menos que por ley se entienda la respectiva colección de mordazas. Y así lo entienden en Venezuela en estos días. Y por eso las medidas antisociales de Chávez resultan tan peligrosas: recordemos que él se ha erigido en el líder indiscutible del club de los fracasados de Iberoamérica, por usar la expresión del periodista boliviano José Brechner. Fracasados pero dispuestos a abalanzarse —bien apertrechados con los dólares venezolanos por petróleo— sobre estos países nuestros… si se los permitimos.
La primera forma de pararlos es defendiendo los espacios de libertad que tenemos: Internet es uno.
- 23 de julio, 2015
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