El lado económico de la crisis iraní
Desde que el duro presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, fue fraudulentamente reelegido, en junio del año pasado, la situación interna en la teocracia iraní ha sido de creciente violencia y continuos enfrentamientos en las calles de las ciudades del país, entre fuerzas de seguridad que responden al oficialismo y reformistas opositores que protestan contra la realidad en la que viven. Hasta las festividades religiosas han servido de excusa para protestar airadamente contra Ahmadinejad y su tutor y socio político, el ayatollah Alí Khamenei, líder supremo de Irán.
Del lado del oficialismo aparecen los nombrados Ahmadinejad y Khamenei, apoyados por los ayatollahs Yazdi y Jannati y por los guardias revolucionarios y su fuerza de choque, los Basij, cuyos integrantes se desplazan en motos, de a dos, y apalean (o asesinan) a quien se les cruce, de manera de asegurar para el gobierno el control de las calles y plazas iraníes. Del lado de la oposición, dos ex presidentes, los ayatollahs Rafsanjani y Khatami, el ayatollah Karroubi y el reciente candidato presidencial de la oposición, Mir Hussein Moussavi.
Pero lo que, a primera vista, luce como un conflicto entre ayatollahs, de perfiles religiosos, es más bien, en la realidad, un conflicto de contenido económico. Una lucha por el poder total, entonces.
Ocurre que los guardias revolucionarios iraníes controlan, a través de fundaciones presuntamente religiosas (las llamadas Bonyad) sectores importantes de la economía iraní.
Entre ellos están buena parte del sector de los hidrocarburos, con los enormes recursos y flujos consiguientes. Sumados los distintos presupuestos de esas entidades, conforman aproximadamente la mitad del presupuesto nacional iraní. Ellas tienen hoy en sus manos, por lo menos, un 60% de la economía iraní.
El resto de la actividad económica iraní está todavía en manos de los privados. Estos últimos eran, hasta no hace mucho, quienes operaban fundamentalmente el sector de los servicios, incluyendo el transporte, la distribución, el financiamiento y el comercio minorista de lo que consume la sociedad iraní, incluyendo los alimentos.
Pero -paso a paso- también este sector ha sido invadido por las Bonyad, cada vez más beneficiadas por una economía que -plagada de subsidios, precios controlados y artificiales y una ola de corrupción- funciona claramente en su favor. Algo así como la "boliburguesía" chavista.
Con una inflación del orden del 20% anual y una tasa de desocupación estimada en el 30% de la fuerza total de trabajo, la lucha por el poder económico tiene lugar en un escenario social tenso y difícil.
Para el oficialismo, la pulseada supone apoderarse del control total del país. En todos los órdenes. Por esto la impresión creciente de que los guardias revolucionarios son hoy un grupo paramilitar que, desde las situaciones monopolísticas que genera y mantiene a su favor el gobierno, sumadas a la corrupción, se está apoderando integralmente de la sociedad iraní. Esto, sumado a la angustia -particularmente, de los jóvenes- por la restricción creciente de las libertades fundamentales y la falta de un futuro claro, alimenta una situación de tensión social cada vez más crispada, que preocupa, adentro y afuera de Irán.
El oficialismo invoca razones religiosas para tratar de apagar el disenso y las protestas. Algunos de los líderes de la oposición, detenidos hace algunos días, enfrentan la acusación de haberse rebelado contra Dios, cometiendo el crimen al que se denomina moharebeh , que, de comprobarse judicialmente, se pena automáticamente con la muerte. De este modo, asume el rol de portavoz de la divinidad, cuya visión nadie puede objetar. Y amenaza con quitar la vida a quienes, disconformes, osen alzarse contra esa noción.
Si a todo ello se suma el apoyo de Irán al terrorismo y la marcha de su peligroso programa nuclear, con el que desafía las normas de la comunidad internacional, Irán aparece claramente como uno de los temas más álgidos en la agenda de la paz y seguridad internacionales.
El autor fue embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
- 10 de junio, 2015
- 3 de julio, 2015
- 6 de mayo, 2013
- 14 de septiembre, 2015
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