La devaluación del bolívar desata temores en Caracas

CARACAS—La decisión del presidente venezolano, Hugo Chávez, de devaluar el bolívar e imponer un complicado régimen cambiario puede servir de parche para ocultar las crecientes grietas de la economía, pero también podría sentar las bases para la aparición de mayores problemas a largo plazo para el país productor de petróleo y su líder populista.
Durante el fin de semana, surgieron señales de que la medicina aplicada por Chávez podría crear tantos apuros como los que pretende resolver, al provocar una ola de ansiedad que llevó a los venezolanos a acudir a las tiendas dispuestos a gastar el dinero que, según temen, dentro de poco no tendrá ningún valor.
En el centro comercial de clase media Sambil, en Caracas, las colas llegaban a las 50 personas por caja. Carmen Blanco, una contadora de 28 años, esperaba para comprar un televisor de pantalla plana de 42 pulgadas que en realidad no necesita, pues ya tiene uno igual en su casa. «No tiene sentido seguir guardando mis ahorros», se lamentaba. «Me gustaría ver cómo funcionan las cosas en un país normal».
El domingo, Chávez prometió combatir la especulación y las alzas de precios que podrían producirse tras la devaluación, que aumenta el precio de las importaciones. Anunció que la Guardia Nacional patrullará las calles para evitar las actividades especuladoras, aunque no ofreció mayores detalles. También prometió cerrar «cualquier negocio o tienda que participe de la especulación».
Acosado por la recesión y un declive de su popularidad, Chávez ordenó el viernes la devaluación del bolívar, que pasó de 2,15 a 4,3 unidades por dólar, lo que redujo la mitad de su valor. Su objetivo es apuntalar las arcas del gobierno que se han visto azotadas por una caída en los precios del petróleo y estimular el crecimiento con miras a las elecciones de este año.
Con la intención de proteger a los pobres, su principal electorado, Chávez anunció la creación de un tipo de cambio de 2,6 bolívares por dólar para la importación de alimentos, medicinas y otros bienes esenciales. Esas tasas competirán con las del mercado negro, dónde el bolívar se ha precipitado, lo que resultó en la devaluación oficial.
El nuevo sistema cambiario subraya las difíciles decisiones económicas y políticas que debe tomar Chávez, un populista que ha recurrido a un enorme gasto de fondos públicos, la nacionalización de industrias clave y controles cambiarios y de precios durante sus más de 10 años en el poder.
El alza de los precios del petróleo le concedió a Chávez enormes reservas de efectivo para sortear los problemas económicos durante gran parte de su presidencia. Pero ahora que el petróleo ya no se negocia a precios récord, la inflación se ha disparado y la economía está en recesión, la era de las decisiones fáciles se acabó. Esto podría tentar a Chávez a probar suerte con políticas cada vez más radicales para asegurar su control político y económico.
La devaluación del bolívar representa un giro embarazoso para Chávez y la moneda que rebautizó como el «bolívar fuerte» hace dos años, cuando le quitó tres ceros a la vieja divisa y declaró una nueva era de fortaleza monetaria.
El mandatario espera que los beneficios de una moneda más débil sean suficientes para contrarrestar una mayor inflación, que encarece las importaciones. El ministro de Economía y Finanzas, Alí Rodríguez, estimó que la devaluación podría añadirle cinco puntos porcentuales a la tasa de inflación, que actualmente asciende a 27%, una de las más altas del mundo.
La caída del precio del petróleo desde los máximos de 2008 y la recesión de la economía han complicado el panorama para el presidente venezolano, Hugo Chávez.
La devaluación beneficia a Chávez al ayudar a reducir un creciente déficit fiscal otorgándole instantáneamente al gobierno suficiente moneda local para gastar por cada barril de petróleo exportado por la estatal PDVSA. Se trata de una consideración clave en las elecciones legislativas que se avecinan en septiembre.
Chávez ha ido perdiendo popularidad en medio de escándalos de corrupción, la recesión económica, un aumento de la delincuencia y la escasez de alimentos y electricidad. Un mayor gasto podría ayudar a superar algunos de estos problemas, al menos momentáneamente, e impulsar su popularidad.
Chávez también vaticinó que un bolívar más débil le daría un respiro a una economía que depende de la importación de casi todas sus existencias, desde carne de res y leche a automóviles. «El año pasado, importamos 90 millones de pares de zapatos, ¡por el amor de Dios!», exclamó Chávez. «No podemos hacer todo eso nosotros, los zapatos, la ropa, casi toda es importada».
La devaluación también podría apuntalar el sistema bancario, que se ha visto estremecido tras el cierre de varias instituciones en medio de un escándalo de malversación de fondos. Muchos bancos venezolanos tienen grandes reservas en dólares.
La medida también beneficiaría a los tenedores de bonos denominados en dólares emitidos por Venezuela y PDVSA. La devaluación reduce la brecha de financiación del país de 7% a alrededor de 3% del Producto Interno Bruto, calcula Boris Segura, economista de Royal Bank of Scotland. «Son buenas noticias», afirma.
La devaluación, sin embargo, hace poco por aliviar los problemas más profundos de la economía venezolana, lamentan los analistas. La medida, por ejemplo, no basta para resucitar un sector manufacturero que se ha atrofiado en medio de un clima hostil. Muy pocos inversionistas están dispuestos a lidiar con el laberinto de controles a los precios y las divisas y el omnipresente temor a la nacionalización.
Asimismo, al subsidiar el tipo de cambio para importar alimentos, medicinas y otros bienes esenciales, Chávez elimina cualquier incentivo para que los venezolanos produzcan lo que más necesitan. De esta manera, es casi seguro que seguirá siendo más barato importar carne de Brasil, por ejemplo, que producirla. Chávez no puede valerse de la devaluación para estimular la producción de los productos más básicos porque eso encarecería instantáneamente las versiones importadas para los venezolanos más pobres.
El viernes, el dólar se negoció en el mercado negro a 6,25 bolívares por dólar, aún por debajo de la nueva tasa de 4,30. Los economistas estarán atentos a la evolución del mercado negro el lunes para ver si los venezolanos comprarán dólares a la tasa oficial o los seguirán obteniendo en el mercado negro.
—Dan Molinski contribuyó a este artículo
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