Ocaso de la Teología de la Liberación
Por Samuel Gregg
Pasó casi desapercibido, pero el 5 de diciembre -dirigiéndose a los obispos brasileños- Benedicto XVI expresó uno de los más duros rechazos proferidos por el Vaticano en contra de un grupo de teólogos, fustigando severamente a la teología de la liberación y cómo ella afecta a la Iglesia católica.
Además de describir cómo los teólogos de la liberación se apoyan en conceptos marxistas, el Papa describió sus ideas como un gran engaño, subrayando el daño que hacen al catolicismo: “Las consecuencias más o menos visibles de ese enfoque –caracterizados por la rebelión, división, disidencia, ofensa y anarquía- todavía persiste hoy, produciendo gran sufrimiento y pérdida de vital energía en sus diócesis”.
Hasta los más decididos defensores de la teología de la liberación ahora admiten su colapso, inclusive en América Latina. Antes considerados como la vanguardia, hoy se han reducido a un grupo de edad avanzada y con cada día menor influencia en la Iglesia católica. Pero Benedicto XVI dejó muy claro el daño que le habían hecho a la Iglesia.
No queda duda de que la teología de la liberación resultó un desastre para la evangelización católica. Mientras muchos sacerdotes católicos predicaban la lucha de clases, a los pobres poco les interesaba el marxismo y sus mensajes de odio. Preferían saber sobre Jesucristo y su amor por la gente, sin tener nada que ver con la posición económica de cada quien. Pero, lamentablemente, en los años 70 y 80 muchos seminaristas católicos leían más a Marx que a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino, razón por la que no sabían explicar los principios fundamentales del catolicismo a su congregación.
Como reportó recientemente la revista Economist, países como Brasil, que en una época eran el epicentro de la teología de la liberación, se han superado, logrando que millones de habitantes salgan de la extrema pobreza. Otra buena noticia es que la Iglesia católica en América Latina se ha recuperado, dándole la espalda a las irrelevancias de herejes, como el ex sacerdote Leonardo Boff.
Figuras como Boff deben estar consternadas por haberse convertido la Iglesia católica en decididos opositores del populismo izquierdista de Hugo Chávez y de la forma como el socialismo ha logrado destruir tan rápidamente a un país como Venezuela.
Como bien lo explica el Papa Benedicto XVI, las ideas tienen consecuencias, incluyendo las ideas destructivas e incoherentes como las de la teología de la liberación. La Iglesia católica deberá confrontar, más temprano que tarde, el maligno legado de esa difunta teología.
(AIPE)
El autor es Director de Investigaciones del Acton Institute.
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