El niño que quería ser Tintin (I)

De la Colección Barco de Vapor se publicó, hace unos años, traducido del francés al castellano, El niño que quería ser Tintin, el personaje creado por Hergé, en Bruselas, Bélgica, siendo él, como yo lo fui después, ex alumno del Instituto Saint-Stanislas, en frente de los museos del Parque del Cincuentenario. El Petit Vingtième o sea “En Pequeño Vigésimo” fue publicado cada semana, cuando yo era niño, como suplemento para niños del diario Le Vingtième siècle o El siglo Veinte.
Hay una advertencia al dorso del libro de Santiago García–Clairac: “A partir de nueve años”.
El autor de este libro, Santiago García-Clairac compagina publicidad y literatura infantil.
El libro empieza así: “Me llamo David y, aunque suene un poco raro, me gustaría vivir en otro mundo, tener otro nombre y ser otra persona… ‘Quisiera ser Tintin’”. Mis padres me regalaron mi primer libro de Tintin el día que cumplí cinco años. Era Tintin en América. Apenas sabía leer, pero entendí muy bien aquella historia de Tintin y sus amigos, gracias a los dibujos. Había cientos y cientos de cuadritos llenos de dibujos. Exactamente setecientos once cuadritos.
Mi padre me explicó que los cuadritos se llaman “viñetas” y en cada una hay “bocadillos” con el texto de lo que dice cada personaje.
Después de aquel libro, vinieron todos los demás… Veintidós libros de Tintin, en total. Aprendí a leer y también más cosas… Por ejemplo, lo importante que son los amigos. Tintin quiere a sus amigos más que a ninguna otra cosa en el mundo. Lucha por ellos y a veces se juega la vida para salvarlos.
“Con Tintin también aprendí otra cosa: a no mentir. Tintin dice siempre la verdad, pase lo que pase. No conozco a nadie que diga tanto la verdad”. Después de mi madre, claro.
“Con los libros de Tintin aprendí que el mundo está lleno de países…”, dice García–Clairac.
“Lo que más me ha gustado de Tintin es que te enseña que hay que ser valiente para luchar contra los malos. Y que no hay que tener miedo de las cosas”.
“El mundo de Tintin es más divertido que este mundo. Sus historias son más fáciles de entender… Se nota enseguida quiénes son los malos…”.
David sigue leyendo Tintin y adopta al Capitán Haddock, al profesor Tornasol… Los incas nos rodean y hacen sus ritos macabros. La ceremonia está a punto de empezar: “¡Ha llegado la hora del sacrificio!, grita el Gran Sacerdote. ¡Van a encender la hoguera para quemarnos vivos! ¡Estamos perdidos! Solo tenemos la ayuda del perrito Milú (Milou, en francés), que gruñe y ladra, pero poco puede hacer para salvarnos”.
Descubrimos una gran columna de humo: “¡La pradera está ardiendo y el fuego viene hacia nosotros! ¡Pero nos hemos salvado”.
David se pone a pensar en su amiga Leticia y se acuerda de que ha prometido llevarle un libro de Tintin. “Lo mejor es meterlo en la cartera ahora mismo, antes de que se me olvide”, dice. Se trata del libro Las joyas de la Castafiore. El libro trata de unos gitanos que se instalan cerca del castillo del capitán Haddock. Entonces empiezan a desaparecer cosas y les echan la culpa a los gitanos. Pero Tintin descubre la verdad y los salva de ir a la cárcel. “La verdad es que Tintin es muy listo… Realmente está haciendo algo para ayudar a los que le necesitan. Si pudiera ayudarme a mí, dice David. Nadie sabe que necesito ayuda… Si alguien puede ayudarme, soy yo mismo”.
“El perro Milú, muerto de miedo, se esconde tras una roca y el monstruo se abalanza sobre nosotros. Nuestro amigo Chang está herido y nuestra única arma es el ‘piolet’ de Tintin, pero eso no asusta al yeti”.
(Continuará)
- 23 de enero, 2009
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