Pobreza y empresarialidad
El 3 de diciembre, tuve el honor de participar en un congreso sobre la crisis financiera mundial, la pobreza y la empresarialidad. Fue organizado por el Instituto Acton, dedicado al estudio de la economía y la religión; la Universidad Pontificia de la Santa Cruz fue sede. El objetivo es identificar mecanismos eficaces de combate a la pobreza a la luz del llamado de la Iglesia en este sentido. Los conferenciantes provenientes de África, América Latina, Europa y Estados Unidos, coincidieron en dos grandes conclusiones. Primero, la única forma de alcanzar el progreso económico es creando riqueza. Segundo, la empresarialidad es el principal motor para el crecimiento económico.
De particular interés para Guatemala es el trabajo del africano Eric Kacou y el suizo Andreas Widmer, quienes capacitan a personas deseosas de escapar de la pobreza en países como Haití y Ruanda. Ellos transforman la mentalidad de supervivencia en una mentalidad emprendedora. En situaciones extremas, máxime tras un conflicto social fuerte, las personas aceptan lo expediente, como tomar una limosna o robar. Consumen y vuelven a lo mismo, aún sabiéndose atrapados en un callejón sin salida. Rompe el ciclo un pensamiento estratégico que toma en cuenta el talento propio. Decía Kacou que décadas de culpar a otros por nuestra miseria nos robó la dignidad y la autodeterminación.
Widmer y Kacou trabajan con pequeños y medianos empresarios tenaces que, una vez “mentalizados”, emprenden proyectos productivos. Estos pioneros empresarios crean empleos y son modelo a seguir en sus comunidades.
Dichos empresarios merecen la oportunidad de comerciar con el primer mundo, señaló el filósofo Sam Gregg, autor de The Commercial Society. Gregg afirmó que el comercio sin trabas es un derecho humano. Aunque el aislacionismo empobrece, los gobiernos de países desarrollados optan por el mercantilismo, merced al activismo de poderosos grupos de presión domésticos. Lamentablemente, hoy día defienden la construcción de todavía más muros al comercio, supuestamente para aminorar los efectos locales de la crisis. Se olvidan así de los pobres, afirmó Gregg.
El cierre estuvo a cargo del salvadoreño Juan José Daboub, actual director gerente del Banco Mundial. Daboub admitió que el Banco Mundial ha cambiado su estrategia pues la cooperación de gobierno a gobierno no ha salvado a los pobres. Las economías emergentes tienen que crecer más rápidamente. Para ello, un sector privado vibrante requiere garantías y estabilidad. Propiedad privada, contratos, estado de derecho, sistemas de justicia, combate a la violencia y simplificación tributaria fueron algunos factores determinantes del crecimiento económico en países exitosos.
Señala el papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate que los pobres son un valioso capital humano, no un lastre, y que el desarrollo integral es vocación personal.
El mejor regalo que pudieran recibir es una mentalidad empresarial y la eliminación de innecesarios obstáculos en los múltiples caminos personales hacia la prosperidad.
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