Gary Becker y la familia
Ya pasaron los días internacionales del niño, contra el abuso de la mujer y contra el sida. Mañana es el de los discapacitados. Si estas conmemoraciones pierden de vista a la persona humana detrás de la enfermedad y el sufrimiento, no son solución. Celebrar un día tras otro es una insensatez, si no entendemos nuestro papel de mujer, niño o enfermo en la familia, y cómo nos forma este primer núcleo social, que ha ido cambiando. Desde hace unas décadas, algunos economistas como Gary Becker han dedicado tiempo a este tipo de estudio.
Gary Becker, el padre de la economía de la familia ha sido rotulado como neoclásico, ortodoxo, y/o vanguardista. Es un sucesor de la economía política que practicaron Adam Smith y John Locke. En 1992, recibió el Premio Nobel por haber “extendido el dominio de la teoría económica a aspectos del comportamiento humano que habían sido previamente atendidos por otras disciplinas en las ciencias sociales”.
Él mismo dice haberse limitado a aplicar, sin titubeos, las premisas básicas de la economía a cuestiones como el divorcio, la discriminación y la criminalidad, entre otros. Es uno de los principales autores vinculados a la literatura sobre el capital humano, un concepto amplio que abarca todo el conocimiento y las destrezas que hacen productivo al trabajador. El aporte beckeriano consiste en explorar cómo el costo de formar el capital humano incide en diversos temas laborales.
Una vez establecida la importancia del capital humano, cabe preguntar: ¿cómo y dónde se forma? En las familias. Los padres afectan los logros académicos, la estabilidad matrimonial, la tendencia a fumar o llegar a tiempo al trabajo, y más. Se entrelazan así sus intereses por el método económico, el capital humano y la familia.
Una idea recurrente en su Tratado Sobre la Familia (1981) es que la mayoría de padres son altruistas con relación a sus hijos. Existen padres que no tratan bien a sus hijos, pero Becker prevé más padres altruistas que egoístas, pues los primeros tenderán a tener más hijos, y sus hijos replicarán su comportamiento.
En el capítulo La evolución de la familia, Becker rastrea los cambios sufridos por la institución familiar por factores como el divorcio, bajas tasas de fertilidad y la participación de la mujer en el mercado laboral.
Las consecuencias negativas de la modernidad se acompañan de otras positivas, como mayor respeto a la persona y eficiencias en la provisión de servicios antes suplidos deficientemente por la familia extendida. En el último capítulo, sobre la relación familia-Estado, el autor enfatiza en el valor de la patria potestad. Es más eficiente dejar a los niños al cuidado de sus padres que trasladar la responsabilidad al Gobierno.
“Imperialista de la economía”, se dice de quien se dedica a expandir el dominio del modelo económico. Para Robert Barro, esto no es malo, pues los resultados valen la pena. Dice Barro: “A mi juicio, esta amplia extensión de la economía ha sido útil para comprender los fenómenos empíricos y para diseñar políticas públicas útiles.”
- 23 de julio, 2015
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