Delirios del poder total
El País, Montevideo
Ahora, Hugo Chávez, con el poder absoluto en sus manos, ha retirado de los museos obras y esculturas de artistas "peligrosos" de su país y ha prohibido a los elencos del teatro independiente actuar en salas estatales. (Bueno, ¡prohibió jugar al golf!). Yo estuve en "esa" Caracas en mayo pasado. Yo visité sus librerías sin libros.
Cómo no recordar, entonces, lo que le ocurrió a Joseph Brodsky, poeta acusado de "parasitismo social" en un humillante juicio del Estado soviético. Como además se atrevió a decir que la poesía era "un don de Dios", terminó condenado. Y cito textual: "en aplicación del decreto del 4 de mayo de 1961, el tribunal estipula que Brodsky sea enviado a trabajos forzados por un período de cinco años, en una región lejana". (Sesión: 18 de febrero de 1964, Barrio Dzerjinsky, Leningrado, calle Vostania 36. Juez: Salieva).
Joseph Brodsky fue expulsado de su patria, en 1972, por "indeseable". Pero quince años más tarde fue galardonado, a los 47 años, con el Premio Nobel de literatura.
¿Hay semejanza? Por eso he revisitado el célebre discurso pronunciado en Suecia al recibir el Premio Nobel, hace sólo 22 años.
Dijo el Nobel Joseph Brodsky estas conmovedoras palabras, describiendo simplemente los días que vivió en la Rusia comunista: "Aquella generación -la generación que nació precisamente cuando los crematorios de Auschwitz estaban trabajando a todo tren, cuando Stalin estaba en el apogeo de su deiforme, absoluto poder, que parecía patrocinado por la Madre Naturaleza- aquella generación vino al mundo, apareció para continuar lo que, teóricamente, se suponía debía interrumpirse en aquellos crematorios y en las fosas comunes anónimas del archipiélago de Stalin. El hecho de que no todo fue interrumpido, por lo menos no en Rusia, puede acreditarse en gran medida a mi generación, y no estoy menos orgulloso de pertenecer a ella de lo que me siento por estar parado aquí, hoy. Y el hecho de estar hoy de pie aquí es un reconocimiento de los servicios que aquella generación ha prestado a la cultura; recogiendo una frase de Mandelstam, agregaría, al mundo de la cultura. Mirando atrás, puedo decir ahora que estábamos comenzando en un lugar vacío -realmente, terriblemente consumido- y que, intuitivamente más que conscientemente, aspirábamos precisamente a la recreación del efecto de la continuidad de la cultura, a la reconstrucción de sus formas y metáforas, para llenar sus pocas formas sobrevivientes, a menudo totalmente comprometidas, con nuestro nuevo, o aparentemente nuevo para nosotros, contenido contemporáneo". Estos son los riesgos del poder absoluto.
La biografía de Brodsky es como la de los pájaros: importa su canto. Nació en 1940, y tras la condena por escribir, peregrinó luego por Viena y Londres, hasta que en 1974 llegó a Estados Unidos, donde enseñó en sus universidades. Entre sus libros deben destacarse: "Menos que uno", "Marca de agua" y "Del dolor y la razón".
Considerado "un escritor majestuoso", por el "New Yorker", fue miembro de la Academia y del Instituto de Artes y Letras de Estados Unidos. Murió a los 55 años, en 1996.
Y en sus libros nos habla de comprender y cuidar la palabra libertad, los sueños, lo bello, la esperanza y "la necesidad del regocijo".
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