España: La tabarra de los instalados
Para quienes desconocen las muestras de arquitectura dispersas por Madrid, resulta interesante descubrir el bello edificio que ocupa el Círculo de Bellas Artes. Diseñado por Antonio Palacios a principios del siglo XX, se alza sobre la célebre calle de Alcalá, justo enfrente de su confluencia con la Gran Vía. Sobre la azotea de esta construcción vanguardista se vislumbra una estatua de Minerva, la diosa romana de la sabiduría, un motivo añadido en los años 60 y debido al escultor gaditano Juan Luís Vasallo.
Como contrapunto dramático al guiño ilustrado que preside ese marco incomparable, los corifeos habituales del Gobierno socialista español –que se dispone a celebrar el sexto aniversario de su nueva era de disfrute del poder– eligieron otra vez ese escenario para presentar en sociedad el manifiesto Otra política y otros valores para salir de la crisis el pasado viernes.
Se ha destacado la participación de los artistas y escritores que prestaron sus ajados rostros y voces a la lectura de esta pieza de mixtificación, al tiempo que posaban junto a los líderes sindicales de UGT y CCOO. Sin embargo, subestimaríamos las fuerzas desplegadas por los proclamados colectivistas si nos ciñéramos a esos "representantes de la cultura". Por la posible influencia que ejercen a largo plazo, considero más reseñable la firma de numerosos profesores, periodistas, el rector de la universidad con mayor número de alumnos del Estado español (sic) y dirigentes de fundaciones donde se confeccionan materialmente este tipo de proclamas. Algunas de ellas se han creado por los sindicatos agasajados, gracias a las ingentes subvenciones públicas que reciben. Otras, como la Fundación Alternativas, destaca por el elenco de personalidades "progresistas" que forman su patronato.
Al constatar que estos individuos sólo representan a la casta político funcionarial mullida por el Gobierno y el conglomerado que lo apoya, no debe perderse de vista que es muy probable que cientos de miles de estudiantes de todos los niveles educativos estén tratando ahora mismo el manifiesto de marras como parte de su programa informal de estudios. Tal vez suscite el rechazo instintivo de algunos jóvenes rebeldes, pero cabe esperar todo tipo de carencias intelectuales en quienes reciban como enseñanza canónica este pensamiento esotérico y groseramente falso.
En cualquier caso, llama la atención la incorporación entusiasta a este neosocialismo refundido de los portadores de la hoz y el martillo de antaño. Tras unos primeros años de pugna por la hegemonía que sostuvieron las facciones socialistas de izquierdas, resulta evidente el triunfo, siquiera provisional, de la "síntesis" propiciada por personajes como el antiguo secretario general del PCE, Santiago Carrillo Solares, cuando decidió apartarse de la línea marcada por Julio Anguita, una suerte de combinación imposible de ética y socialismo, y comenzó una singladura de vuelta al partido donde comenzó su carrera política en los lejanos años treinta del pasado siglo. Después del hundimiento del paraíso soviético, la reinvención de la izquierda española no pasó por reconsiderar las ideas que trajeron el terror y la miseria, como algunos ingenuos habían reclamado, sino por muñir una ideología de evasión de la realidad con retales dispersos, propagada con la tradicional pesadez que se ganaron a pulso los seguidores de la Tercera Internacional.
Naturalmente, para ello debe deformarse el diagnóstico de los complejos problemas que afronta la humanidad. Aun con la feliz caída de los gobiernos que luchaban de forma más concienzuda para privar a sus súbditos de las ventajas de la división del conocimiento y de la creación de riqueza a escala planetaria, no puede decirse seriamente que el mundo disfrute una economía capitalista de libre mercado. Pero no importa. El texto que comentamos parte de una disparatada concatenación de consignas contra el capitalismo que desde hace tiempo venían lanzando los portavoces del Gobierno para eludir cualquier mención a la particular situación española.
De creer estas jeremiadas, el mismo Gobierno que, apenas hace dos años, atribuía a su gestión los indicadores que presentaba la economía española, no tendría nada que ver con la coyuntura actual. Además, la crisis económica habría sido provocada "por las prácticas financieras neoliberales". Por supuesto, no interesa analizar que los sectores financieros están sometidos a una intensa y regulación por parte de los estados. Se omite el papel de impulsores del endeudamiento insostenible de los muy aplaudidos bancos centrales, que redujeron artificialmente los tipos de interés que cobraban a los bancos que supervisan.
Tampoco se reflexiona sobre el dato de que España tenga la tasa de paro más alta de la zona euro, la cual perdurará si no se cambia la legislación laboral franquista defendida por los sindicatos. Al contrario, se insiste en describir procesos que solo han ocurrido en la calenturienta mente de los enemigos de la libertad. Así, por ejemplo, se afirma "que es una evidencia que las políticas neoliberales basadas en reducir los salarios y la presencia del Estado, el gasto social y los impuestos progresivos para favorecer a las rentas del capital, han provocado una desigualdad creciente".
Ninguna mención merecen los planes de rescate emprendidos por el Gobierno a cuenta de futuros impuestos que pagarán los trabajadores. Especialmente lacerante es el caso de las cajas de ahorros, donde se darán los mayores problemas de insolvencia del sector financiero, tal vez porque sus órganos rectores nunca fueron abandonados por la política. La exigencia de responsabilidades a los gestores de la Caja Castilla La Mancha, única entidad financiera intervenida hasta el momento, brilla por su ausencia.
Entre tantas líneas de lenguaje codificado y de sugestión, cabe percibir, no obstante, un solo elemento esperanzador: a pesar de la escasa influencia que las ideas liberales coherentes tienen en la política de los estados democráticos actuales, es evidente –esta vez sí– que los sindicatos temen su propagación. Dadas las necedades comprobables de su discurso y su inusitada influencia, parece lo único interesante de esta tabarra de los instalados.
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