Para conocer mejor el fascismo

El fascismo tiene muchas formas de expresarse. Todas, sin embargo, conllevan un solo objetivo, el poder por el poder. Es el sumun, expresado, mafiosamente, de la bestialización del estercolero político. En la práctica, incluso, responde a cualquier tipo de crimen, con tal de obtener, con éxito, sus pretensiones.
De acuerdo a las circunstancias, a las situaciones y a las condiciones de la sociedad en que aparece. Unas veces hace presencia con un rostro de izquierda y de derecha, en otras ocasiones. El lenguaje en ambos casos es desmesuradamente llano. Casi vulgar. Accesible, con intención, para los estratos sociales populares. Si es verdad que siempre busca la posibilidad de un golpe de Estado, el fascismo juega en el amplio espectro de la democracia eleccionaria.
Las masas poblacionales, empachadas y hastiadas por crónicas necesidades no satisfechas, son fácilmente hipnotizadas por la oferta fascista de campaña dadivosa y sin límites. Responden a “sus líderes” asumiendo la oferta fascista como demanda propia. Oferta que jamás, en la realidad, es sinónimo de bienestar en plenitud de libertad y justicia. Por cierto, que valga un sí o valga un no, todo activismo fascista pretende lograr la cumbre de la jerarquía gubernamental del Estado. O sea, cualquier fórmula es buena. Pero siempre estarán, una vez en el mando, los siguientes aspectos que lo identifican…
- Inutilización de una oposición inmediata por la desnaturalización y aniquilación de los partidos tradicionales, con el apoyo de movimientos autodenominados “progresistas”;
- Centralización organizacional de las instituciones estatales en un entorno de fácil acceso para el ejecutivo;
- Concentración de la autoridad de decisión sobre todos los niveles y estamentos principales del manejo de la cosa pública;
- Organización de un partido o movimiento único oficialista. El objetivo es generar la gestión de mando absoluta a favor del gobierno estatista. Pues, no hay que permitir ni siquiera voz, llegado el caso, a las minorías;
- Liquidación paulatina de las organizaciones obreras, sindicales o no, de las organizaciones gremiales y hasta de las agrupaciones de voluntariado o beneficencia;
- Liquidación en avance de los movimientos autodenominados progresistas, una vez concluido con su ayuda el bloqueo a la posible oposición tradicional;
- Organización de agrupaciones (armadas o no) para defensa de las decisiones, leyes, reglamentos, convenios, con carácter de guardaespaldas del oficialismo fascista;
- Censura, cierre, entorpecimiento a los medios de comunicación y persecución a quienes cumplen su trabajo periodístico, con insultos, chantajes y ataques físicos, incluso asesinatos. No es necesario que desde este espacio social haya oposición, suficiente es que el régimen crea que puede haberlo;
- Todo acto, toda gestión corporal, toda voz o toda palabra escrita que no favorezca a las decisiones gubernamentales son calificadas, desde el ejecutivo y su entorno ministerial y burocrático, de oposición al régimen.
- Hay que tener claro que toda oposición al régimen es desestabilizadora, antipatriótica y que, en cualquier momento, puede ser determinada como traición a la patria;
- Acumulación centralizada de medios de comunicación para cubrir, en una sola red, la voz del gobierno como la única autorizada, válida y cierta que es sinónimo de patria, progreso y bienestar;
- El régimen fascista acepta al Congreso o Asamblea en su andar político siempre y cuando sea un apéndice de mando, sin fiscalizaciones a su manipulación económica, financiera y legal;
- Todo fascismo es declarado por sus dirigentes patriótico, nacionalista y fuente de moral conservadora. La patria, su significado y símbolo, abandera la sociedad desde una alegoría fantasiosa, con fines rituales místicos y el nacionalismo es la oración obsecuente hacia los valores “nuevos”, que impone el partido mediante el Estado;
- Los fascismos históricos han demostrado, hasta la saciedad, su voluntad militarista y guerrerista. La carrera armamentista es parte vital de la manipulación ideológico política desde un referente de patriotismo. La patria digna, altiva y soberana no es invento de la “revolución ciudadana” ecuatoriana. Es calco y copia del fascismo de Mussolini, de los nazis, de los falangistas españoles. Pero no vallamos muy lejos. Era el grito de guerra de los arnistas (Acción Revolucionaria Nacional Ecuatoriana) de la segunda postguerra. Fascistas ecuatorianos, que cazaban a golpes a la llamada izquierda de entonces, recitaban de memoria los discursos de Primo de Rivera y buscaban la guerra pretextando la recuperación de la amazonía…
- Todos los fascismos son, en el decir de sus líderes, revolucionarios, entendiéndose como tal, en la práctica, los procedimientos caóticos sociales, políticos, culturales que implementan para extorsionar desde el Estado y mantenerse en el poder. A esto le llaman socializar y casi siempre socialismo.
Los sucesos convocados por el fascismo son encubiertos con variados sofisticamientos. En todo caso, el colorido y la algarabía juvenil están a la orden del día. Hay apariencia de alegría. Y cada asunto de carácter estatal, puesto a la mirada del público, está enmarcado en una cascada de aplausos, música y banderas. Una especie de no poder más con tanta felicidad… ¿Es sencillamente el circo?. ¿Con payasos, enanos y fieras?. Un mismo pensamiento…, una misma mirada…, un mismo ritmo cardiaco…, un mismo movimiento intestinal… Viva la uniformidad!
Cuando el marketing publicitario grita “La patria ya es de todos”, sólo significa que todos deben subsistir en la tónica explicada. Quien hace resistencia al uniformismo debe ser liquidado… ¿Semejante irracionalidad e insulto a la cordura quiere usted, amigo lector, para Ecuador? Entonces despierte!
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