El poder sindical con Obama
Los más grandes sindicatos de Estados Unidos -incluyendo el de trabajadores de la industria automotriz y también del acero- le dieron su total apoyo a Barack Obama durante las elecciones presidenciales. Contribuyeron con más 400 millones de dólares y el trabajo de cientos de miles de voluntarios. Los sindicatos esperan su recompensa y apoyan el proyecto de ley que facilitaría la certificación de nuevos sindicatos. Pero existe oposición tanto de demócratas como republicanos en el Congreso y no está claro si ganarán los sindicalistas.
El rescate de General Motors y de Chrysler ha sido otro gran esfuerzo para ayudar a los sindicatos. El gobierno de Obama gastó decenas de miles de millones de dólares de los contribuyentes de impuestos para ayudar a esas empresas. Yo estimo que el gasto federal en GM y Chrysler va a alcanzar o a exceder los 100 mil millones de dólares. Una alternativa mucho más adecuada hubiera sido declararlas en bancarrota en otoño del año 2008, cuando estaban perdiendo mucho dinero. Después de un año hubieran emergido del proceso de bancarrota con mucho menos deudas y obligaciones. Pero el resultado fue que los contribuyentes de impuestos terminaron pagando por todo eso. Entonces GM y Chrysler, sin ayuda adicional, hubieran podido competir con marcas de automóviles extranjeros producidos tanto dentro como fuera de Estados Unidos.
Pero en lugar de la bancarrota y para afectar lo menos posibles a los miembros de sindicatos, el gobierno de Estados Unidos se convirtió en el principal dueño de GM y Chrysler. Y la más exagerada e inquietante ayuda a los sindicatos fue la reciente imposición de un arancel de 35 % a cauchos importados de China, sin que se haya determinado ninguna práctica comercial ilegal por parte del gobierno chino ni de fabricantes de cauchos de ese país. Se trata de un horrible precedente porque nunca antes un presidente de Estados Unidos había actuado de esa manera.
Los sindicatos también lograron incluir el mandato de “comprar productos americanos” en los 787 mil millones de dólares decretados bajo paquete de estímulo, a pesar de las objeciones de muchos países extranjeros. La disposición de comprar productos americanos para estimular el empleo no se diferencia de imponer aranceles para reducir importaciones y aumentar así la demanda de productos nacionales. Ambas medidas son inconsistentes con el libre mercado.
Los políticos en las democracias suelen complacer a ciertos y determinados grupos, pero eso no beneficia a la mayoría de la población. Debemos recordar que apenas 8% de los estadounidenses que trabajan en el sector privado son miembros de sindicatos. El resultado de las políticas impuestas por Washington será una economía menos eficiente, lo cual perjudica a todos consumidores y a la gran mayoría de trabajadores que no pertenecen a sindicatos.
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
- 18 de marzo, 2013
Artículo de blog relacionados
La Tercera Tiene que pensarse bien la atribulada derecha francesa si quiere darle...
5 de julio, 2014Libertad Digital, Madrid Leo en Cinco Días que para Galbraith "las causas de...
19 de enero, 2009- 12 de septiembre, 2013
El Mercurio Los críticos del sistema económico basado en la propiedad privada y...
8 de abril, 2009