En qué se parecen un brasier y una lata de cerveza
El Colombiano, Medellín
No se ría, que es en serio. En casos de ciencia, que parece tan malencarada y ajena a los mortales, el humor a veces pone a pensar.
El parecido entre un brasier y una lata de cerveza podría ser ninguno, pero investigaciones sobre los dos recibieron los Ig Nobel, premios alternativos con los que desde 1991 se reconocen estudios algo risibles y descabellados, pero que algo aportan.
¿Para qué sirve un sostén? Obvio. Esto no contentó a Elena Bordnar, de la Universidad de Chicago. Residía en Ucrania cuando el estallido de Chernobyl, por lo que sabe bien que hay que estar preparados para una emergencia. Así que diseñó con sus colegas un brasier con copas que se pueden doblar y usar como máscaras de gas. En el evento de un accidente nuclear, un ataque bioterrorista o un incendio, la mujer se lo quita, se coloca una copa en su boca y nariz, y la otra para ayudarle a alguien más. Muy útil para la influenza A H1N1 o para caminar en Medellín, ciudad de aires súper contaminados. Eso sí, una herramienta para mujeres, porque de seguro muchos hombres preferirán morir ahogados que andar con un brasier en su maletín o… puesto. El invento ganó el Ig Nobel en Salud Pública.
El de la Paz recayó en Stephan Bollinger, del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Berna en Suiza. Con cuatro colegas se dio a la altruista tarea de averiguar qué era más peligroso para romper el cráneo de una persona: una lata vacía de cerveza o… una llena. Mediante un pensado experimento, montaron las botellas en una bañera con trozos de madera encima. ¿Qué encontraron? Al dejar caer un kilo de bolas de acero desde varias alturas, detectaron que para aplastar la botella llena se requerían 30 joules y 40 para la vacía, por lo que ésta puede romper con mayor facilidad un cráneo. Eso sí, no se arriesgue con la llena por si algo falló en el cálculo. El estudio apareció en el Journal of Forensic and Legal Medicine.
No menos sesudos fueron Katherine Whitcome de la Universidad de Cincinnati, Daniel Lieberman de Harvard y Liza Shapiro de Texas. Intrigados de porqué las mujeres en estado de embarazo avanzado no se caen hacia adelante, le metieron ciencia al asunto. Y de veras que no es fácil: en los mamíferos de cuatro patas, la carga maternal anda balanceada entre extremidades delanteras y traseras, pero en la mujer el bebé y la barriga sobresalen mucho. Tuvieron éxito: hallaron que las mujeres tienen una curvatura de su espalda baja más pronunciada que los hombres, así que colocando la parte superior del tronco hacia atrás sus cuerpos se equilibran mejor durante la preñez. Resolver lo que nunca antes nadie había podido, les valió el Ig Nobel de Física.
Lo que tanto le decía su mamá, motivó a Donald Unger, alergólogo en Thousand Oaks, California: ¿causa artritis sonarse los nudillos? Con rigurosidad científica comenzó a sonar cada día los de su mano izquierda, pero no los de la derecha. Lo hizo durante 60 años y nunca tuvo artritis. Conclusión: su mamá estaba equivocada y él publicó su investigación en Arthritis and Rheumatism y recibió el Ig de Medicina.
Cosas de locos o ciencia muy avanzada. Vaya uno a saberlo.
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