Guatemala: ¿Por qué un senado?
Por Manuel F. Ayau Cordón
Así como ha merecido apoyo la propuesta de un senado por la asociación ProReforma, otros se han opuesto. Unos critican sin haber leído la propuesta, e inclusive “citan” lo que la propuesta no dice. Y algunas críticas obviamente orquestadas para dar la impresión de que son muchas, repiten, por ejemplo, que el senado propuesto será todopoderoso, cuando de acuerdo con las funciones propuestas, no tendría poder político alguno. La cámara de diputados es la que tiene poder.
Se proponen dos cámaras porque la naturaleza de sus funciones es diferente: la cámara de diputados tendría el poder político porque maneja el presupuesto y el derecho público, y el Senado, principalmente el Derecho Privado y otros códigos y disposiciones generales que deben estar alejadas de la política, como la designación de magistrados y contralor de Cuentas. Aunque así se acostumbre en otras partes, el que el mismo cuerpo legislativo atienda las dos clases de disposiciones no es lo mejor, pues a una función le corresponde una personalidad político-partidista y a la otra de estadista. Como la propuesta no es copia de otra parte, es lógico que cause escepticismo, pero tiene lógica y mérito.
La forma de integrar el senado tiene el propósito de mejor lograr la idoneidad de sus integrantes y no es discriminatoria, pues todo ciudadano tendrá el derecho de elegir y de ser electo al senado cuando llene el requisito de edad. Estaría integrado por 45 senadores, que duran en sus funciones 15 años y se renueva anualmente por 1/15 parte. Cada año los ciudadanos que cumplen 50 años eligen a tres senadores de su misma edad. Así, entran a los 50 años —edad madura— y terminan su período a los 65 —a una edad considerada como de retiro—. Por tanto, serán representativos —aunque no representantes— de las 15 generaciones de adultos que, en cualquier momento, tienen entre 50 y 65 años de edad.
La ventaja de que sus electores sean sus contemporáneos es porque ellos podrán juzgar mejor la honorabilidad y buen juicio de los candidatos, por sus ejecutorias y reputación, y no por sus promesas y propaganda, pues habrán vivido la misma época.
Las elecciones son sencillas, pues cada año votan solo quienes cumplen 50 años. Puesto que no tiene caso incurrir en el gasto de propaganda masiva dirigida a millones que no van a votar y como cada ciudadano elegirá a sus tres senadores solamente una vez en su vida, es de esperar que lo tendrán bajo consideración con años de anticipación. Las campañas serían de voz en voz promovidas por comités cívicos o ciudadanos individuales.
Se anticipa que el Senado no será de mayor interés a partidos políticos, porque sus atribuciones no se prestan para corresponder favores o atender compromisos, ya que solo puede decretar disposiciones generales, abstractas e igualmente aplicables a toda persona, grupo o región del país y, en consecuencia, ningún sector o partido político puede derivar exclusivo beneficio. La no reelección suma a la apoliticidad.
Las elecciones: el Tribunal Electoral convoca a votantes por los medios; instruye sobre el proceso a quienes votarán; recibe nominaciones con los requisitos establecidos; emite papeletas nominales en papel de seguridad; entregadas y llenadas por el votante, el Tribunal las recibe en los lugares asignados y procede al conteo. Un proceso simple, transparente, sin mesas electorales ni gran publicidad.
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- 23 de junio, 2013
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