Honduras: ¿son innegociables los principios?
Las ironías son como los chistes: si hay que explicar- los pierden la gracia. Varios amigos han reclamado que mi artículo anterior fue muy confuso, que no se sabía si yo apoyaba a Micheletti o a Zelaya, si estaba en contra o a favor del golpe de Estado y, por otro lado, si estaba de acuerdo con Petkoff o difería de él. Lo primero me aterra, pero esto segundo me aterra más aún. Así como me exaspera esa avalancha de artículos que en el primer párrafo se apresuran a aclarar que condenan el golpe, para poder dedicarse en el resto del escrito a apoyarlo firmemente, a mostrar una profunda alegría porque hayan sacado al aprendiz de sátrapa.
Pero los amigos son los amigos y hay que pararles: releí el artículo y sí, tenían razón, da pie a cierta confusión. Pero, de todas formas, hay que hacer un esfuercito para ¡leer un poco más activamente! Uno no puede sentarse a esperar que el artículo haga él solito todo el trabajo. No puede ser que se haya creído que yo coincida con Petkoff, sólo porque lo respeto mucho e intenté ser delicado. Él dice que "por principios" no se pueden dar golpes en América Latina y yo traté de no ser tan duro al burlarme. Porque eso de creer que los principios no son negociables es hermosísimo ¡pero anacrónico!
Y es a esto último a lo que quiero referirme hoy. Porque otro grupo de amigos (y algunos no tan amigos) han reaccionado con violencia ante mi planteamiento según el cual los Principios y Valores serían negociables. "¿Cómo se te ocurre? Por eso es que estamos como estamos, por eso es que vivimos en una crisis ética permanente, porque hay gente como tú que difunde estas ideas nefastas según las cuales los valores son relativos y los principios negociables. ¿Cómo no va a ser la sociedad el desastre que es, si se le dice que no tenemos ningún fundamento moral último al cual aferrarnos?".
No hermano, no es así la cosa. En mi último libro, ¿Qué es lo Humano& en ti? (a la venta por ahora sólo en Cedice) resumo lo que he venido diciendo: ¡lo Humano tiene un fundamento último: la condición indudablemente absoluta del Espíritu, es decir, Dios! Pero ese fundamento no puede ser ningún Principio o Valor. Simplemente porque siempre podrá haber una realidad que sea lo suficientemente adversa como para quebrarlo, como para obligarnos a negociar, ¡si es que queremos seguir siendo éticos, es decir, si es que queremos defender lo Humano! La civilización occidental nos ha engañado -incluyendo a Petkoff- haciéndonos creer que hay principios y valores últimos que no se pueden negociar. Así como Hegel y Marx, neciamente, nos hicieron creer que hay "tendencias históricas de largo plazo" que necesariamente deben imponerse (en el plano ético) sobre las realidades específicas y existenciales.
Y ocurre entonces que si Zelaya estaba convirtiendo a Honduras en otro país neocomunista y si Chávez desde Nicaragua -con su peón Ortega- amenazaba con "cogerse" la pequeña nación a punta de comprar conciencias, si el riesgo de enjuiciar internamente a Zelaya era demasiado grande, si no se podía por esa vía derrotar al totalitarismo, de todas formas "por principios" y por la "tendencia histórica de largo plazo"& era injustificable un golpe de Estado. Había que correr el riesgo de juzgar al totalitario internamente, que fuese la Corte Suprema la que lo sacase, así ello le hubiese permitido a Chávez alborotar todavía más a Honduras. Porque nuestros articulistas, desde aquí, creen estar en mejores condiciones que los políticos de allá para decidir lo que había que hacer en Tegucigalpa.
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