Con Vargas Llosa en Caracas
El País, Montevideo
Con Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze y Plinio Apuleyo Mendoza (padrino de los dos hijos de García Márquez y su biógrafo), participamos en un seminario en Caracas sobre "Libertad, democracia, propiedad y combate a la pobreza". Asistí por invitación de la FIL (Fundación Internacional Libertad), que preside Vargas Llosa, la Fundación Atlas y el Cedice. Numerosos profesores (Pablo da Silveira entre ellos) y políticos (López Murphy) estuvieron presentes.
Haciendo mi maleta de regreso a Montevideo, en la televisión escuchaba a Hugo Chávez en el décimo aniversario de su "Aló, Presidente". De pronto anunció una carta que le había enviado Fidel Castro; y la leyó. Le decía que su tierra estaba invadida por escritores que son "la flor y la nata" de la intelectualidad, así como profesores expertos en ciencias políticas, todos, miembros de la derecha liberal del mundo. Luego, venían los agravios.
Dos días antes, Álvaro Vargas Llosa había sido detenido al entrar a Caracas; le revisaron su notebook, y le prohibieron hacer declaraciones políticas. Yo estaba con él y otros 16 periodistas latinoamericanos (un panel sobre las nuevas tecnologías del periodismo) cuando a las 14 horas, del 27, nos enteramos de que Mario Vargas Llosa y su esposa habían sido despojados de sus pasaportes en el aeropuerto de Maiquetía. ¿Cuál es el delito?, preguntó Plinio Apuleyo Mendoza. De inmediato el hotel fue rodeado de manifestantes chavistas con camisetas rojas y parlantes, profiriendo insultos y repartiendo panfletos con fotos de los participantes del coloquio ilustradas con insultos. A las 14.45 nos enteramos de que a Mario le dejarían entrar pero acompañado por la policía; se negó a ello, pues no temía por su seguridad, ya que tiene amigos en Caracas, dijo. A las 16, Álvaro Vargas Llosa me susurra, saliendo del coloquio: "Viene para el hotel, informa a los demás".
Llega Mario al hotel. Salimos a su encuentro; me equivoco de pasillo y, por casualidad, soy el primero en verle. Nos damos un abrazo justamente delante de todos los flashes los fotógrafos y la TV caraqueños. Comienzan a entrevistarle. "No puede hacer declaraciones políticas me dijeron los aduaneros", comentó Mario Vargas Llosa, "porque será expulsado".
Y luego contó que en el aeropuerto le revisaron el equipaje. Dijo: "No hubo libro, hoja, papel, prenda que no me hayan revisado. Hasta las cartas personales las leyeron. Comprobaron que no traigo material explosivo ni subversivo, salvo algunos libros de poesía". Y dijo: "Soy un hombre libre y como tal vine a expresarme. Yo critico presidentes; no los insulto. Hemos venido a expresar ideas y conceptos democráticos. No entiendo el desasosiego del Gobierno". En el coloquio se habló de la libertad; y se percibió que, por donde transita ahora, Venezuela va hacia la dictadura. Chávez invitó a Mario a un diálogo en su programa; pero como aceptó, dijo que no era con él, sino con otros intelectuales. Desvaríos así.
Cuando terminé mi valija, me dije que jamás había pensado que Fidel escribiría de mí y que Chávez lo haría público. En verdad, me siento honrado de integrar esta "flor y nata" de intelectuales liberales, aunque deba el honor al dictador cubano y al mandamás venezolano, del que dijo Enrique Krauze: "Quiere reducir a su país al tamaño de su pequeña biografía".
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