La valentía de los inmigrantes
Admiro la valentía de los inmigrantes. Esos que todo lo dejan por encontrar en tierras lejanas un mejor futuro, las oportunidades de trabajo, vivienda, educación y salud que no encuentran en su propio país. Dejan todo lo que aman del lugar donde nacieron, sus paisajes, sabores y olores, los rincones conocidos, el cariño de sus familias y amigos, las reuniones con ellos, su idioma. Verdaderamente, se requiere mucho arrojo para tomar una decisión así.
Llegan a esa ''tierra prometida'' en la cual han puesto sus expectativas armados sólo de esperanza, generalmente sin dinero ni amigos. Quizá llevan la dirección de un conocido o con una recomendación para que alguien de su nacionalidad, ya establecido, en algo los pueda ayudar. Trabajan en lo que encuentren, a las horas que sea y por lo que les den. Como el colombiano que conocí que recogía el cagajón de los caballos de la guardia catalana en los desfiles.
No son pocos los que abusan de ellos. Sin embargo así comienzan a labrarse una nueva vida. Ahorran y envían dinero a los que dejaron en la patria. Seguramente, tienen agua y electricidad en sus viviendas, alimentación suficiente, educación y salud gratuita. Todo de lo que antes carecían.
Uno los ve en todos los países desarrollados, son fáciles de reconocer; escasamente hablan el idioma, se visten distinto, su piel es de otro color, aun se puede decir que huelen diferente. En los países adonde emigran son aceptados por necesidad, pues hacen trabajos que los ciudadanos de estas naciones desprecian, pero en general son vistos con desconfianza y poco ''amor''. No siempre se respetan sus derechos, pero ellos están acostumbrados a situaciones mucho peores.
En este viaje a España he hablado con muchos inmigrantes y su preocupación es latente. La crisis económica hace que sus trabajos, aquellos que antes nadie quería, sean hoy deseados por muchos nacionales que han perdido mejores empleos. Niñeras, meseros, mucamas, aseadores ven en peligro sus permisos de trabajo, el gobierno los quiere de regreso a sus países de origen. Con el desempleo acercándose al 18 por ciento, hoy hay cerca de 4 millones de españoles buscando empleo.
Africanos y asiáticos, sudamericanos –o sudacas, como son despectivamente llamados aquí– y centro europeos tendrán que ceder sus trabajos a los nacionales. Hoy está amenazado todo aquello por lo que tanto han luchado y sacrificado.
Que Dios los guarde, en un mundo en plena crisis económica.
- 23 de julio, 2015
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