Cedice 25 años
Gracias antes que nada a Mary, Auristela, María Fernanda, Dayana, Lisbeth, Fabiola, Eloína y Héctor, por estos 25 años de afecto y camaradería. Gracias también a Rocío, Trino Márquez, Rafael Alfonzo y demás miembros del Comité Académico y la Junta Directiva, por esos cinco lustros de trabajo conjunto. Razones hay para sentir orgullo: en 1984 hablar en Venezuela de mercado, capitalismo, necesidad de competir o apertura de la economía era casi un sacrilegio.
Dos reflexiones básicas para cerrar este cuarto de siglo. Una: por mucho que hayamos contribuido -a partir de cero- a hacer tragable la noción de Capitalismo, ella no ha logrado penetrar en la esfera que más interesa, en la esencial: ¡en la política! Aun hoy, cuando Chávez se apresta a imponer el Comunismo, nuestros políticos (de Oposición) se aterran si se los asocia con el Capitalismo; aún siguen embarrados en la Socialdemocracia, la Democracia Social y el Socialcristianismo; ideologías todas que -gracias a Dios- se quedaron para siempre en el siglo XX. Todavía ninguno de ellos se plantea siquiera el problema central: no les queda otro camino que asumir explícitamente el Capitalismo. Todavía leemos diaria, religiosa y esperanzadamente los editoriales del más grande ideólogo de la Oposición, porque estamos seguros que algún día -ya muy viejecito- él nos va a dar la gran alegría que debió habernos dado hace 30 años, cuando Felipe González lo hizo: ¡está bien, acepto que el Marxismo fue una zoncera y que como no existe absolutamente ninguna otra alternativa, hay que restearse con el Capitalismo! Algo que, repito, debió haber entendido hace 29 años, cuando Deng Siao Ping y los comunistas chinos tomaron ese camino.
Mi segunda reflexión deriva de la anterior (y tengo justo 25 años repitiéndola): si queremos que el Liberalismo y el Capitalismo puedan dar la pelea en el plano político ¡en el que hay que dar la pelea!, tenemos forzosamente que actualizar nuestras ideas. El Liberalismo Clásico sigue firmemente aferrado al siglo XVIII, es decir, a la Filosofía Moderna, a Kant, Adam Smith y el Empirismo inglés, y si no salimos de allí -¡si seguimos atados a Hayek y a Mises!- no podremos influir sobre los políticos. Porque lo esencial de la Filosofía Moderna (en la que se funda el Capitalismo) carece hoy de validez. Si no nos metemos en ese inmenso debate intelectual entre Modernidad y Posmodernidad, no habrá forma de defender ni al Mercado ni a la Libertad Individual.
Para muestra vaya un botón: nosotros seguimos creyendo, con el siglo XVIII, que la Libertad Individual y la Responsabilidad van indisolublemente asociadas y que ambas pueden fundarse en la Conciencia Individual. Los 200 años que nos separan de Kant han mostrado teóricamente -y, por si algo faltara, las Crisis Financieras han mostrado en la práctica- que no hay ninguna posibilidad de que la Responsabilidad le ponga frenos a la Libertad Individual, es decir, ¡que ésta es absoluta y arbitraria y que no hay forma legal o mercantil de controlarla! En términos más familiares: que la Mano Invisible del Mercado sólo funciona cuando las empresas son pequeñas y no tienen poder para influir sobre el mercado. Que cuando ellas empiezan a ser monstruos transnacionales inmensamente grandes y megafusionados, pretender que el poder del Estado no intervenga -¡y que no sea utilizado por ellas en su propio beneficio!- es sencillamente ingenuo.
En el evento con el que Cedice celebra sus 25 años, El Desafío Latinoamericano, tendremos oportunidad de plantear estos problemas. Ruego a mis lectores inscribirse.
- 31 de octubre, 2006
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
- 13 de diciembre, 2011
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