El control de Daniel Ortega
Conocido el proyecto absolutista de Daniel Ortega y el incuestionable control logrado sobre todo el aparato estatal de Nicaragua, la continuación y fortalecimiento de su régimen mas allá del 2011 parece una realidad de la cual difícilmente podrán escapar los nicaragüenses. A pesar del prevaleciente consenso de que sólo la unidad de la oposición (similar a la alianza UNO que le dio la victoria a Violeta de Chamorro en 1990) es capaz de detener las ambiciones de Ortega, se hace imperativo preguntarse si lograr esa escurridiza unión es garantía suficiente de un eventual triunfo sobre Ortega.
La respuesta es un contundente no. Confiarse en ello sería allanar el camino para que Ortega, su partido y aliados disfrazados de oposición usen y manipulen a su gusto las próximas elecciones nacionales ''legitimando'' de esa forma la prolongación indefinida de su raquítica y contenciosa victoria del 2006.
A diferencia de 1990, las cartas en esta ocasión parecen favorecer al mandatario.
Para comenzar, la carencia de un liderazgo político opositor consensuado y con una propuesta política persuasiva. Hasta la fecha debido a la necia interferencia de seudo líderes supuestamente opositores pero claramente comprometidos y en componendas personales con el mismo Ortega ello ha sido imposible de alcanzar.
El único mecanismo viable para lograr este consenso es la realización este año (el próximo será muy tarde) de una elección primaria entre las legítimas fuerzas opositoras. Un sufragio que debería ser organizado, ejecutado y si posible financiado por instituciones de comprobada independencia y reconocida trayectoria. Además de lograr el consenso esto les daría la oportunidad a altamente cuestionados líderes como el propio ex presidente Alemán de demostrar que en efecto aún conserva su pregonado liderazgo y que el mismo no es solo consecuencia de la indigna repartición de poderes pactada con Ortega en el 2000.
Aunque ello representa un estado de guerra fratricida que los nicaragüenses no quieren soportar nuevamente, es innegable que la ausencia de un movimiento armado como fue la Contra, con capacidad de forzarlo militarmente a respetar los derechos constitucionales, le proporciona a Ortega suficiente seguridad como para poder maquinar fraudulentas elecciones sin temor a serias represalias.
Ello asociado a la indiferencia de una administración estadounidense totalmente distraída con dos interminables guerras, una crisis económica devastadora y con una política exterior aprensiva de nuevos enfrentamientos y de ingenuo congraciamiento con sus más declarados y patológicos adversarios, le dan al Comandante otra razón para no temer represalias internacionales que obstaculicen la continuación de su ambicioso objetivo.
Por si fuera poco, está el poder económico del propio FSLN, con sus dirigentes y con el propio Ortega convertidos en máquinas de hacer dinero acumulando riquezas sólo explicadas por la inoperancia, temor, corrupción o complicidad de las instituciones que supuestamente fueron creadas para velar por el buen uso de los recursos del Estado.
La disponibilidad de recursos económicos para comprar voluntades en todos los niveles –diputados, magistrados, contralores, etc.– y para activar grupos de choque contra protestas de la población, hacen imposible confiar en un proceso electoral transparente y en que cualquier resultado desfavorable a Ortega será respetado. Ya ello quedó ampliamente demostrado en las elecciones municipales del pasado noviembre.
A pesar de la actitud valiente de algunas organizaciones e individuos que luchan civilmente por impedir este proyecto absolutista, arriesgándose física y judicialmente, gran parte de la población, incluyendo al sector empresarial, ha preferido mantenerse al margen de esta tragedia política en un acto de autopreservación fácil de entender.
No hay que engañarse. Lograr la unión de las fuerzas opositoras al proyecto dictatorial y dinástico de Ortega es sin duda el paso más importante, pero tan sólo el primero de varios. Si en realidad la oposición consigue unirse, debe hacerlo alrededor de una agenda que impida a cualquier costo las reformas constitucionales impulsadas por el sandinismo, asegurarse de que el CSE y la Corte Suprema no continúen siendo controlados por magistrados empeñados políticamente y garantizar que las próximas elecciones sean vigiladas por organismos acreditados. Sin estas condiciones, una contienda contra Ortega será nuevamente un ejercicio inútil y agotador.
- 3 de julio, 2025
- 29 de junio, 2025
- 5 de noviembre, 2010
Artículo de blog relacionados
Perfil El caso Schoklender no hizo más que reiterar un problema sistémico que...
5 de junio, 2011Por Juan Camilo Restrepo Portafolio En Argentina, la popularidad de la presidenta Cristina...
26 de agosto, 2008Caido del Tiempo Discursos ingeniosos o buenas salidas no son de uso más...
17 de noviembre, 2017- 16 de febrero, 2016