No más venas abiertas para América Latina
En la reciente Cumbre de las Américas, el presidente venezolano Hugo Chávez le entregó al mandatario norteamericano Barack Obama un ejemplar del libro “Las venas abiertas de América Latina”, escrito por Eduardo Galeano en 1971.
Obama, como es su costumbre lo recibió con una amplia sonrisa, que más bien habla de su educación, cordialidad y espíritu de recomponer las relaciones con el subcontinente, pero también de su desconocimiento de lo que estaba recibiendo. Porque de saberlo, más bien es tema para preocupar a sus agentes de seguridad, dada la toxicidad del contenido. Un verdadero atentado a la seguridad nacional.
Nos hizo recordar otro arranque literario de Chávez, cuando descubrió a un “tal Noam Chomsky” que parecía abrirle o, más bien cerrarle, su espectro cultural.
Efectivamente, el libro de Galeano es uno de los que más daño ha hecho a nuestro continente. Su argumentación elemental sostiene que somos pobres porque ellos son ricos. El clásico discurso del imperio que succiona la sangre de las venas hasta acabar con su víctima. Un decálogo revolucionario antiimperialista que culpa nuestro atraso primero a los españoles, luego a los ingleses y desde el siglo pasado a Estados Unidos. De haber sido escrito en el siglo XXI seguramente culparía a Coca-Cola, Google, Amazon, Starbucks, McDonald’s y alguna otra transnacional que “nos roba”, claro que los argumentos tendrían la misma seriedad que culpar a las rosquillas.
Galeano resume los agravios sufridos por los latinoamericanos y los victimiza; además transmite su odio visceral a cualquier cosa que huela a democracia y mercado, en definitiva a la libertad, para retorcerse en el igualitarismo estrecho de mente que impide alcanzar el desarrollo.
En una próxima cita, Obama tendrá que cuidarse de recibir otros pasquines. Los hay muchos, desde “La historia me absolverá” de Fidel Castro, “La Guerra de Guerrillas” de Ernesto “Che” Guevara, “¿Revolución dentro de la revolución?” de Regis Debray, pasando por “Dependencia y desarrollo en América Latina” de Fernando Cardoso y Enzo Faletto, hasta “Hacia una teología de la liberación” de Gustavo Gutiérrez, para concluir con “Para leer al Pato Donald” de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, incubado en universidades norteamericanas.
Por el bien de nuestro continente, y del efectivo espíritu de relanzamiento de las relaciones entre nuestros países, es de esperar que el librito de Galeano se le haya quedado a Obama en el hotel.
Ojalá que el presidente norteamericano en una próxima oportunidad le devuelva la mano regalándole a Chávez “Camino de servidumbre” de Friedrich Hayek o “La acción humana” de Ludwig von Mises, mientras tanto, sí alguien me dice cómo puedo enviarle un libro al presidente norteamericano, feliz le mando “Del buen salvaje al buen revolucionario” de Carlos Rangel, que como escribió el célebre Jean-Francois Revel, es el primer ensayo sobre la civilización latinoamericana que disipa las interpretaciones falsas, las descripciones mentirosas y las excusas complacientes. Mientras tanto digamos: ¡No más venas abiertas para América Latina (AL)!
El autor es prosero de la Universidad de los Andes y director del Instituto Democracia y Mercado, Chile.
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