FMI: El regreso de los muertos vivos
Es difícil comprender como después de tantas frustraciones, evidentes equivocaciones y sobradas pruebas no solo de su ineficacia, sino de su inmoralidad, el mundo insiste con una fórmula tan perversa como inconducente.
El Fondo Monetario Internacional y tantos otros organismos multilaterales, han fracasado por décadas. Sus historias están plagadas de errores de todo tipo. No solo han sido brutalmente ineficientes, sino que han destruido todo a su paso.
Perjudicaron a quienes pretendían beneficiar de mil y un maneras. Consejos inapropiados, recetas que no resisten el más elemental de los sentidos comunes, vulnerando casi cualquier teoría económica seria. Con el agravante de un costo operativo desproporcionado, bajo la órbita del predominio de tecnócratas, que intentaron brindarles un aura de sabiduría, demostrando estar en las antípodas de la realidad. Sin conceptos claros, solo fueron de tropiezo en tropiezo.
Pero esos evidentes errores, su marcada ineficacia y esas políticas hipertróficas solo son la consecuencia esperable del engendro que significa su creación misma.
En tiempos de economías dirigidas, los mismos iluminados que creían saber lo que el mundo necesitaba, también creyeron que esta especie de mega ente manipulador de las finanzas, podría decidir lo mejor para cada país. Gravísimo error. Otro más entre tantos.
Su creación es inmoral. Está mal parido, tanto el FMI como cada una de esas instituciones que simulan ser parientes cercanos. Todos los organismos internacionales, solo han conformado grandes burocracias. Un enorme negocio para el provecho exclusivo de diplomáticos, políticos, académicos, técnicos e intelectuales. Un excelente negocio, pero solo para ellos.
Convencieron al mundo de que un SUPRA organismo todo lo podría. Evitarían las crisis, solucionarían aquello que siquiera pudieron prever y lo harían a un costo insignificante. Nada de eso sucedió.
La inmensa mayoría de las crisis por las que atravesó el planeta no pudieron ser objeto de sus predicciones, pese a sus costosos técnicos repletos de títulos de grado, con posgrados y especializaciones sofisticadas. Tampoco pudieron cooperar con la recuperación de esas economías. En los mas de los casos solo hundieron más aún a sus víctimas, con sus pretenciosas y desacomodadas “recomendaciones” que solo plantearon trabas adicionales a esos países evitando sus reales posibilidades.
Pueden exhibir muy pocos casos de éxito. Incluso, en esos supuestos antecedentes, aun queda la duda, de si esas mismas naciones no se hubieran recuperado de todos modos. En la inmensa mayoría de los casos solo demoraron la recuperación, a expensas de brutales consecuencias que hipotecaron el futuro de sus habitantes.
En muchas otras ocasiones, solo complicaron mas la situación y gran cantidad de esos países, aun siguen luchando contra las fatales secuelas que dejaron a su paso.
Del otro lado, los ciudadanos y contribuyentes de los países desarrollados, financiaron en muchos casos a decenas de países irresponsables, sin rumbo, conducidos por dictadores, demagogos o demócratas inmaduros.
Fueron cómplices de países que se endeudaron en forma indiscriminada. Economías destruidas de uno y otro lado. Los que pagaron la fiesta ajena y los que la disfrutaron destruyendo el futuro de las generaciones por venir.
Con tan singular escenario, cuesta entender que les hace pensar a los actuales líderes mundiales, respecto de la utilidad de esta herramienta frente a la crisis presente.
Confiarle a “semejante” organismo internacional la responsabilidad de llevar adelante un proceso de cooperación internacional administrando NUEVAMENTE los fondos de países desarrollados, pero esta vez en crisis, para prestarle OTRA VEZ a los mismos, es no entender lo que pasó, es no haber aprendido la lección.
Es evidente entonces que la historia no dejó enseñanza alguna. El mundo sigue creyendo que el FMI puede resolver problemas con inteligencia. La inmensa cantidad de pruebas irrefutables que demuestran lo contrario, parecen no haber sido suficientes.
Definitivamente no se entiende. El mundo civilizado pretende seguir creyendo que esta construcción imaginaria está conformada por sagaces técnicos y políticas adecuadas.
Algo es contundente. No pudieron prever nada de lo sucedido. Sin embargo, el mundo entero parece creer que ahora SI saben lo que están haciendo. Es como si la esperanza hubiera superado a la racionalidad, esa que se deriva de los resultados inocultables que surgen después de cientos de intentos.
La intervención estatal ha fracasado. Causó la crisis actual, y ha producido desastres en todo el planeta. Esta nueva versión del “orden mundial” comandada por las ideologías reinantes, promete repetir las historias nuevamente.
Solo pueden preverse despilfarros públicos, originados en emisiones monetarias irresponsables e impuestos al sector productivo privado, único capaz de generar riquezas. Lo de siempre, aprovecharse de la “vaca lechera”, para entregar nuevamente esos fondos a los demagogos conductores de países emergentes que ya demostraron durante décadas su inescrupulosa forma de administrar los recursos de sus ciudadanos, malgastarlos para condenar a las próximas generaciones de connacionales a vivir pagando deudas generadas por sus antepasados.
Organismos como el FMI, no han generado nada positivo en su recorrido. Sobran las pruebas. Ni el socialismo más ortodoxo, ni el genuino liberalismo pueden aprobar siquiera su existencia.
Solo cabe seguir discutiéndolo, por la interesada mirada de esos políticos que encuentran en estos organismos, la cuna de su poder, la fuente de recursos económicos inagotables a la que acuden, apoyada por sumisos y funcionales intelectuales, técnicos y académicos que sobreviven gracias a los convenientes programas y proyectos que los emplean y financian esos mismos organismos.
Todos son parte de ese mismo circo. Se retroalimentan para justificar y hacer indiscutible, lo que ya no tiene como explicar su existencia, permanencia y renovada reinvención.
Cuando ya parecía superado, cuando ya empezaba el mundo a firmar su acta de defunción, esta crisis internacional encontró la manera de resucitarlo. El FMI ha vuelto. Ahora parece recordar aquella terrorífica saga cinematográfica. Esta vez se trata del FMI y “el regreso de los muertos vivos”.
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