Liga universal de genocidas
El Nacional, Caracas
Existe una ley universal sobre el mal, la de la integración de sus fuerzas en un mismo polo. Nadie necesita ser filósofo, historiador o teólogo, tampoco ubicarse sobre la media del coeficiente intelectual, para percatarse de cómo esa centrífuga atrayente que se llama violencia aglutina a los suyos.
El mal como absoluto puede manifestarse, por ejemplo, en un psiquiatra que se vale de su pericia para violar a una paciente adolescente que luego asesinará de la forma más vil; o, aquella mujer que un día conocí en Apure y que lanzó a sus cuatro hijos a un Matiyure lleno de pirañas; o, el capellán que traicionó su fe y colaboró con la dictadura militar argentina (1976-1983).
La condena de Christian von Wernich a cadena perpetua por el asesinato de 7 personas y la tortura de otras 30, además de 42 casos de secuestro, sirve para identificar que el origen de la perversidad es necesariamente humano y nada tiene que ver con Dios.
Él era capellán de la temida policía bonaerense y utilizaba su condición de sacerdote para sonsacar información a sus víctimas. Y por esos crímenes fue castigado, independientemente de su condición.
Los ejemplos no cesan. El Tribunal Penal Internacional para Ruanda condenó a 25 años de cárcel a Emmanuel Rukundo, ex capitán y capellán de las Fuerzas Armadas de ese país, por participar en la matanza de civiles de la etnia tutsi en la prefectura de Gitamara, en 1994. La "condición de clérigo, muy conocida en la comunidad, y la amplia educación" fueron "agravantes" de quien participó "en el secuestro y asesinato de refugiados tutsis" en un seminario de la prefectura de Gitarama, donde él y los soldados bajo su mando secuestraron y mataron a una mujer después de violarla. Como él, han sido condenados muchos; especialmente por la jerarquía que llegaron a ostentar.
En la acera frontal también se incuban los sentimientos más abyectos. Analice usted la personalidad y ejecutorias de Hebe Bonafine, usufructuaria del movimiento Madres de la Plaza de Mayo y emblema de la doble moral de los comunistas: furibundos enemigos del militarismo de derecha pero edulcorados admiradores de un criminal de la calaña de Fidel Castro. No es casual que esta "víctima" que se tornó en criminal, niegue el Holocausto, celebre la destrucción de las Torres Gemelas, reivindique los actos terroristas de la ETA y se constituya en la vocera argentina de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el movimiento más cruel en América Latina desde la época de Sendero Luminoso.
¿Quién es más peligroso? Un represor de la dictadura o esta "madre" que vive de lo que cobra a los Kirchner y demás bufones latinoamericanos por instigar a la violencia. Qué no decir de los medios de comunicación que critican a gobiernos autoritarios pero que vetan a los que no dicen lo que ellos quieren que el pueblo oiga; o, peor aún, destruyen la información, entierran la noticia. Varios "comunicadores sociales" han sido condenados por tribunales internacionales por instigar actos de genocidio.
Por eso no debe extrañar que la Corte Penal Internacional haya emitido una orden de arresto contra Omar Al Bashir, presidente de Sudán, por crímenes de guerra en Darfur, aunque los amantes de los genocidas afirmen que el tribunal "no tiene competencia ni poderes en Sudán". El fiscal de la corte respondió "que no hay inmunidad para los jefes de Estado y, como Milosevic o Taylor, el destino de Al Bashir es sentarse ante la justicia".
Por eso los genocidas están nerviosos. Defienden a los suyos. Forman su liga y esperan por designar al presidente que los represente adecuadamente. ¿Quién será?
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