La libertad de prensa
El País, Montevideo
Acaba de terminar la reunión de medio año de la SIP realizada en Paraguay, la que contó con la presencia del Presidente Lugo, quien tranquilizó al auditorio al comprometerse públicamente a no impulsar ninguna ley o medida que restrinja la libertad de prensa. Al mismo tiempo, los informes presentados por los países que integran la Sociedad Interamericana de Prensa, demuestran una vez más, que los ataques a la libertad de información y opinión, en nuestro continente, son más una constante que una excepción. Aún cuando no corresponde generalizar, ya que los cargos presentados son de diversa índole.
Las denuncias de Canadá, por ejemplo, se refieren sobre todo, a lo sufrido por periodistas canadienses en sus misiones en el exterior, en países como Sudán o respecto de los reporteros que permanecen aún secuestrados en Afganistán desde octubre de 2008, o quien fuera raptado en Somalia en agosto del año pasado. Ello sirve para llamarnos la atención en cuanto a los peligros a los que se exponen muchos periodistas al cumplir con su trabajo y su vocación de informar y denunciar lo que ocurre en el mundo. Esas noticias que luego vemos en la pantalla, escuchamos en la radio o leemos en los diarios, tranquilamente sentados en nuestras casas. Sin tener mayor conciencia de la valentía que exigen esas coberturas, ni de los riesgos a que se exponen sus autores.
Según datos de Reporteros Sin Fronteras, el año pasado fueron asesinados 59. Para tener una percepción más precisa: Afganistán(2), Bolivia(1), Bulgaria(1), Camboya(2), Croacia(2), Filipinas(6), Georgia(4), Honduras(1), India (3), Irak (14), Israel (1), México (4), Nepal (2), Pakistán (7), Congo (1), República Dominicana (1), Rusia (1), Somalia (I), Sri Lanka (2), Tailandia (3), Uganda (1).
En lo que va de este año, ya son 15 los crímenes, entre ellos un venezolano de Radio América, y hay que tener presente que además existen los heridos, los secuestrados y los que permanecen entre rejas, como es el caso de 26 cubanos encarcelados, con condenas de hasta 28 años ( algunos de ellos están seriamente enfermos), por el simple hecho de haber sido críticos al régimen, mientras las demandas realizadas por la comunidad internacional, son invariablemente ignoradas. Junto a esto, se practican en la isla distintas formas de hostigamiento; multas, confiscación de dinero y materiales, actos de intimidación, intromisión en los hogares, arrestos temporarios, deportaciones a otra provincia, escuchas telefónicas, intercepción de correspondencia y lo más nuevo, -obligados por el avance mundial de las comunicaciones-, maniobras para bloquear internet y a los bloggers que pueden ser leídos en el exterior pero no en su país.
Si bien lo de Cuba es un caso extremo, en casi toda América se observan preocupantes acosos a la libertad de expresión, de intensidad y estilos diversos según cada cual. Por ello es relevante la existencia de la SIP, una institución sólida y respetada, a la que adhieren cerca de 1.300 publicaciones, cuyo compromiso es promover la libertad de prensa en América. Su misión es la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas a recibir una información completa, en una labor constante de alerta, de observación continua, de denuncia, de misiones especiales en circunstancias graves, de enseñanza a través de publicaciones, de becas, seminarios y talleres. Los principios de la Declaración de Chapultepec, lugar de la conferencia en 1994, han sido suscritos hasta ahora por 53 presidentes y primeros ministros de 29 países y territorios, presidentes de tribunales supremos, legisladores en 21 foros nacionales, tanto como por periodistas, líderes civiles y políticos.
Si bien se trata de una importante trinchera para combatir por el respeto a la libertad de expresión, elemento esencialmente democrático, porque como bien dijera Jean Francois Revel, "hay prensa sin democracia, pero no hay democracia sin prensa libre", ésta es atacada continuamente. De manera abierta, o solapada, como con el mensaje desde Presidencia llamando "gusano" al jefe de informativos del Espectador. El acoso y la persecución, pueden tener distintos orígenes. Desde el gobierno central o los gobiernos locales que no quieren voces y opiniones críticas que pongan en evidencia acciones mal hechas, usando como herramienta la amenaza, la presión y hasta el crimen, o manejando a su provecho la publicidad estatal. Y desde el hampa, donde el crimen organizado y asesino, se mezcla a veces con la política. E inclusive desde la Justicia, pueden llegar las trabas a la libre información.
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