Perú: De la inversión al populismo
El Comercio, Lima
No cabe duda de que hemos ingresado a otra etapa del gobierno de Alan García: a la del pan y circo. El pan del plan anticrisis —indispensable sin duda—, pero también el de las amenazas de regulación de precios si no bajan algunos alimentos, de la titulación masiva a los invasores de tierras premiándolos por tan arriesgada conducta… Y el circo inocuo de la Teletón y otras escenificaciones, pero también el populista y potencialmente peligroso del linchamiento a la empresa Petro-Tech convertida en la imagen de la empresa extranjera rapaz y pendenciera que debe ser ajusticiada.
Quizá sea el reflujo sicológico del escándalo de los “petroaudios”, que puso en evidencia que la decisión presidencial de dedicarse principalmente a atraer inversión al Perú, llevó a sus ministros a creer que, con tal de conseguirla, era normal acudir a las suites de los inversionistas extranjeros.
Quisiera borrarse esa imagen y por eso el cambio de actitudes, echando sombras ya no sobre la moral del gobierno, sino sobre su orientación de política frente a la inversión y al mercado. ¿El síndrome del tercer año, el de la estatización de la banca? ¡Cuidado!
Sí era necesario que en un año de crisis externa el presidente y el Gobierno se volcaran más al interior y a las reformas sociales inclusivas. Pero eso es, al parecer, demasiado trabajoso, y el reflejo que se impone es el del facilismo populista.
Ni siquiera existiría el pretexto de la necesidad de neutralizar una insurgencia antisistema creciente que buscara aprovechar los efectos de la crisis externa, pues lo más probable es que, paradójicamente, este sea un año menos conflictivo que el anterior, por varias razones: porque los precios de los alimentos y combustibles están bajando y no subiendo, porque los principales decretos legislativos supuestamente “privatizadores” de tierras, bosques y aguas han sido derogados o modificados, porque habrá menos inversión minera y petrolera y por lo tanto menos fricción con las comunidades, porque habrá menos expectativas sobre grandes recursos, porque la capacitación magisterial está empezando a funcionar, porque la caída del precio de los hidrocarburos debilitará la influencia de Chávez y Morales.
De hecho, la popularidad presidencial ha subido a nivel nacional de 19% en noviembre a 28% en enero (Apoyo). Con tal de mantenerla o subirla aun más, García se aboca compulsivamente a hacer populismo o montajes de distracción. Mejor sería que embarcara al país en los esfuerzos colectivos necesarios para alcanzar metas sociales impostergables. Eso no solo daría más réditos, sino más consistentes y sostenibles.
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