Un súbito baño de realidad tras el sueño del comienzo
Por Maureen Dowd
The New York Times - La Nación
NUEVA YORK.- El 11 de Septiembre, el presidente George W. Bush se enteró del desastre mientras les leía La cabrita a un grupo de chicos de una escuela primaria. Anteayer, el presidente Barack Obama escapó del desastre leyéndoles La luna sobre la estrella a unos chicos de una escuela primaria.
"Estábamos cansados de estar en la Casa Blanca", explicó el presidente de dos semanas de antigüedad, con Michelle a su lado, a los estudiantes. En el mismo momento en que les decía a los niños que sus superhéroes favoritos eran Batman y el Hombre Araña, su propio sueño de ser el superhéroe que interviene con energía y agilidad para salvar a Estados Unidos se desinflaba como un globo.
La cosa no es tan fácil.
A diferencia de Bush y de Dick Cheney, que se resistieron heroicamente a reconocer sus históricamente estúpidos errores, Obama convocó a una larga fila de periodistas a la Oficina Oval para hacer un acto de contrición, una y otra vez.
"Creo que lo arruiné. Metí la pata", le confesó a Katie Couric, de la NBC. Les dijo a los periodistas que el hombre que lo había ayudado a convertirse en presidente, Tom Daschle, había cometido "un grave error" al no pagar impuestos por un auto y un chofer.
Obama admitió que "en última instancia, es importante transmitir el mensaje de que no hay dos tipos de reglas. No hay uno para las personas prominentes y otro para la gente común que paga sus impuestos".
Fue necesaria la renuncia de Daschle para darle un sacudón al presidente y hacerlo abandonar su arrogante actitud de que su círculo selecto y encantado no tiene que acatar los elevados estándares sobre los que nos viene sermoneando a todos.
Antes de retractarse, obligado por una cascada de candidatos que "se olvidaron" de pagar sus impuestos, su razonamiento se estaba acercando peligrosamente al de los líderes salientes que él mismo denunció en su discurso inaugural: esa mentalidad elitista de "nosotros sabemos más", sabemos que estamos haciendo lo "correcto" para el país, así que podemos torcer las reglas.
Los errores de Obama respecto del caótico paquete de estímulo también fueron autoinducidos. Debería dejar de lado esos libros de Lincoln y alquilar la película Dave .
Cuando Kevin Kline se convierte en presidente por accidente, convoca a la Casa Blanca a su contador personal, Murray Blum, para que recorte millones de dólares de programas tontos del presupuesto federal, para poder darles dinero a los sin techo.
"¿Quién lleva estos libros?", dice Blum con disgusto. "Si yo llevara así mi oficina, ya me hubiera quedado sin trabajo". Obama debería haber tomado un lápiz rojo para revisar el paquete de estímulo y tachar todas las disposiciones que parecen caricaturas demócratas del derroche de un marinero borracho.
Desilusión en sus filas
Tal como advirtió el senador republicano Kit Bond, había tantas cosas que atacar en el paquete que se sintió "como un mosquito en una colonia nudista". Dijo que estaba especialmente preocupado por la disposición que exige que el acero y el hierro destinado a la construcción de infraestructura sea de fabricación estadounidense. Anteanoche, el escarmentado presidente reconoció que no puede "transmitir un mensaje proteccionista".
El presidente alegó que lo que los republicanos habían calificado como "despilfarros" ocupan "menos del 1% de todo el paquete". Con más razón deben ser eliminados para crear una ley limpia.
El mandatario ha estado invirtiendo tanto tiempo en intentar -sin éxito- conquistar a los republicanos que tal vez no haya advertido la desilusión que cunde en sus propias filas.
Traicionados por sus banqueros y sus líderes, los estadounidenses deseaban desesperadamente confiar en alguien cuando convirtieron a Obama en presidente. Su debut los ha dejado con algunas dudas sobre su voluntad de castigar a cualquiera que no cumpla con sus elevados estándares o que malgaste nuestro dinero.
Las empresas que han recibido dinero de los rescates financieros siguen burlándose de los contribuyentes. Hasta que se hizo público el martes, Wells Fargo, que recibió 25.000 millones de dólares en fondos federales, planeaba con alegría una serie de "excursiones-premio para empleados" en lujosos hoteles de Las Vegas.
Según el canal ABC, el Bank of América usó parte de su rescate de 45.000 millones de dólares para financiar un carnaval de cinco días frente al estadio del Super Bowl. Y Morgan Stanley aceptó sus 10.000 millones de rescate y luego organizó un congreso de tres días en Palm Beach.
The New York Post reveló que Sandy Weil, ex ejecutivo jefe de Citigroup, usó un jet de la empresa para viajar en Navidad con su familia a un resort de lujo, de 12.000 dólares por noche, en México. No importa que la empresa haya recibido un rescate de 50.000 millones de dólares ni que haya despedido a 53.000 empleados.
E jet de 18 asientos, según el diario, es súper elegante, con un bar bien provisto de una selección de vinos finos, alfombras de 13.000 dólares, copas de cristal de Baccarat, cubiertos de plata y -mis favoritos- almohadones hechos con pañuelos de Hermès.
Aux barricades! (¡A las barricadas!).
Traducción de Mirta Rosenberg
- 15 de diciembre, 2010
- 22 de febrero, 2012
- 7 de febrero, 2009
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