Chile está mejor
Es una exageración lo que voy a decir pero son las sensaciones que experimenté en dos ocasiones similares. En la primera, allá por 1998, de regreso de unas vacaciones en Uruguay, las rutas argentinas bien demarcadas y señalizadas y las relucientes estaciones de servicio, con buenos baños y bares, me dejaron la impresión de ingresar a un país en movimiento. En la segunda, hace días, de regreso de unas vacaciones en Chile, el pésimo estado de la ruta nacional Nº 7, que debería ser una autopista de por lo menos dos carriles por mano, y el lamentable estado de las estaciones de servicio y sus baños y bares me dejaron la impresión opuesta.
Pasé dos semanas recorriendo la región de Valparaíso (que incluye a Viña del Mar y Reñaca) y, unos 500 km al norte, la de Coquimbo (que incluye a La Serena). Me quedé con la impresión de un país colorido, variado y en movimiento. Ya en camino a Buenos Aires por la ruta 7 tuve la sensación de ingresar a un país gris, uniforme y estancado. En 1998, tuve la sensación de asombro que experimento cada vez que aterrizo en EEUU. En 2009, tuve la de desaliento que experimento cada vez que veo por TV uno de esos documentales que muestran la vida en los países de Europa Oriental antes de la caída del muro de Berlín.
¿Dónde está el crecimiento económico del período 2003-08? Las rutas nacionales son angostas y peligrosas, las estaciones de servicio desfallecen, no hay un solo motel al costado de las rutas, el parque automotor es viejo, ineficiente y uniforme, los pueblos del Interior no acusan recibo alguno del boom del precio de las commodities. ¿A dónde fue a parar la plata de los fideicomisos federales?
No obstante la fuerte desaceleración de la actividad económica que informan los diarios chilenos, el clima que uno aprecia en las calles no es recesivo. Hay en Chile tierra removida por todas partes, obreros de overall naranja, dotados de casco y guantes, que trabajan incesantemente en la construcción de autopistas y edificios y en el cuidado de canteros de flores en las principales avenidas. El parque automotor es nuevo y eficiente. Abundan los autos japoneses, coreanos y norteamericanos en virtud de respectivos acuerdos de libre comercio. Los pobres compran a crédito autos pequeños que cuestan entre u$s 8.000 y 10.000 y los ricos compran autos grandes cuyos precios van de u$s 25.000 a 30.000. Los autos cuestan en promedio 40% menos que en Argentina. Por ejemplo, un Honda Accord V6 que en Argentina cuesta u$s 46.000, allá se vende a 30.000. Las concesionarias de automóviles son similares a las de EEUU y se ubican al costado de las avenidas o autopistas de salida de las ciudades. La variedad de la oferta de productos industriales es inmensa; nada que envidiar a Miami. Otro ejemplo, en el supermercado Jumbo la variedad de bolígrafos, roller-balls, papelitos señaladores del tipo Post-it, cuadernos y carpetas es mayor que la que comprobé en los bookstores de las grandes universidades norteamericanas. No puedo dejar de destacar la calidad y penetración de la Internet de banda ancha y de la telefonía celular. En Vicuña, un caluroso pueblo del Interior, cuna de la escritora Gabriela Mistral, en casas bajas de adobe, atendidos por jóvenes humildes, hay más de un cybershop por cuadra. Las compañías aseguradoras compiten entre sí regalando un i-Phone a quien compre una póliza. Pero en Chile se paga por todo, hasta por el uso de un baño de estación de servicio (25 cent. de dólar). Y así debe ser si es que realmente queremos buenos servicios.
La ventaja chilena no se limita a la oferta de manufacturas. Es grande y decisiva en materia institucional y de respeto de las garantías constitucionales. Vayan dos botones de muestra: a) Productores agropecuarios del sur del país organizaban un corte de ruta para sacarle al gobierno un subsidio; uno de los ministros de la presidente Bachelet les reconoció el derecho al reclamo público en tanto y en cuanto la manifestación no afectara el derecho de libre tránsito de los demás. Cabe recordar que el gobierno de Bachelet es el más socialista de la serie de gobiernos que administra Chile desde 1990. b) Durante varios días se discutió en programas de TV la manera más eficiente de instrumentar un sistema de pulseras para que las madres no pierdan a sus hijos pequeños en subtes y trenes del Gran Santiago. La TV chilena también mostraba las repercusiones de la escasez de monedas en Buenos Aires. Los temas de preocupación en cada país son un fiel reflejo de su desarrollo relativo.
Viajé a Chile para descansar y también para tener una impresión de primera mano sobre los avances del país trasandino. Hasta hace un año, los datos de PBI per cápita (corregido por paridad de poder de compra) señalaban que Argentina, a pesar del milagro económico chileno, estaba algo mejor. Datos del FactBook de la CIA, actualizados al día de ayer, señalan que Chile está un poco mejor. Mi balance del viaje convalida la nueva información de la CIA. (Vea aquí los datos de Chile y aquí los de Argentina.)
- 3 de julio, 2025
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