La batalla militar por el referéndum
Caracas – No por casualidad, en su primer artículo periodístico, que ahora publicará semanalmente como su mentor Fidel Castro, aceptó que era un soldado y que como tal llevaría a cabo su objetivo.
La que está llevando a cabo el presidente venezolano no es -como en otras oportunidades- una simple campaña electoral "dura", de intimidación, incluso de desesperación, para ganar un cambio jurídico-político que le permita perpetuarse en el poder. Es, más bien, una verdadera batalla militar para la preservación del régimen que esencialmente él y un grupo de militares han logrado construir en la última década.
Chávez sabe que una nueva derrota sería mortal ya no sólo para su imagen y popularidad, sino para la sobrevivencia de su proyecto "revolucionario" nacional e internacional de largo aliento. Si el 15 de febrero próximo la mayoría de los venezolanos rechazan nuevamente una propuesta suya, en la que ha invertido y se ha expuesto tanto, se aceleraría y profundizaría el camino de declive político que él y su gobierno vienen transitando tras la derrota en el referéndum para una reforma constitucional, el 2 de diciembre de 2007, y el revés sufrido en las elecciones regionales de noviembre de 2008. El ocaso podría llegar a un peligroso punto de no retorno. Bajo un manto de debilidad y fracaso, le sería tremendamente difícil ejercer los cuatro años que aún le quedan de gobierno, años de bajos ingresos petroleros y descomposición social.
Hasta ahora no se le percibe totalmente perdido. Pese a los reveses sufridos y el creciente descontento hacia su gestión gubernamental, inclusive entre sus seguidores, Hugo Chávez mantiene popularidad e influencia en su entorno, entre los militares en particular. Las encuestas más recientes, además, señalan que el rechazo de la población a la enmienda es mayoritario, pero no abrumador (unos 10 puntos el NO sobre el SI) y que el referendo lo decidirán el sector de los indecisos, los llamados "Ni Ni". De modo que alcanzar una victoria ahora le es posible e indispensable.
La batalla por "la enmienda" ha sido cruenta y se ha dado en varios frentes a la vez. El sector público venezolano prácticamente está paralizado. En todos los ministerios y empresas del Estado se ha obligado a los funcionarios y personal administrativo y obrero a firmar las listas a favor de la propuesta presidencial, a hacer campaña e ir a marchas y asambleas a favor de la enmienda. Las gobernaciones y alcaldías oficialistas también están en campaña, empezando por la alcandía Libertador cuyo alcalde, Jorge Rodríguez, es el jefe de la campaña según designación del propio presidente Chávez. El Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia y la Asamblea Nacional han tenido que tomar decisiones antiinconstitucionales e impopulares, evidentemente parcializadas a favor de la campaña oficialista, lo cual pone en tela de juicio aún más su reputación e independencia. El presidente Chávez les está exigiendo que den el todo por el todo. Así, el CNE ha inhabilitado a miles de jóvenes hábiles para votar e incumple las normas electorales. Chávez ahora controla por completo el proceso electoral.
La lucha en contra de los sectores opositores, especialmente hacia el juvenil que es el más movilizado y el que tiene mejor buena imagen en los sondeos de opinión, ha sido de una violencia sin precedentes. La orden presidencial a la policía, a los militares y la guardia nacional de reprimir a los jóvenes fue pública y sin tapujos: "¡me le echan gas del bueno y me lo meten preso! ¡Si no lo hicieran me raspo a los jefes responsables!". Las autoridades judiciales y policiales no han reprimido los hechos vandálicos -lanzamiento de bombas, tiroteos en manifestaciones, protestas agresivas- de los grupos y organizaciones pro-oficialistas han realizado recientemente en contra de partidos políticos y personalidades opositoras. Es obvio que se busca intimidar a la población para que no haga campaña, para que no proteste ni salga a votar el dia de los comicios.
En el área de la política internacional, también Chávez ha mostrado una radicalización. Además de ordenar la expulsión del embajador de Israel en Caracas y posteriormente la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, durante la reciente presentación de su informe de gestión a la Asamblea Nacional, calificó de genocidio la acción militar de Israel en Gaza. Cabe anotar que la presidenta de la AN y varios diputados se presentaron con pañoletas palestinas a oír el discurso presidencial. Ya el Presidente volvió a la confrontación verbal con el nuevo mandatario estadounidense Barack Obama.
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