En 2009, el oro puede provocarle una gran sonrisa… o alguna lágrima
El Economista, Madrid
Igual que en el siglo XIX hordas de hombres sedientos de oro inundaron la región de California pala en mano, en el siglo XXI este metal precioso sigue despertando el instinto de búsqueda de los inversores. Aunque, en este caso, se trata de la búsqueda apresurada de un buen refugio donde guarecerse de la tormenta perfecta que atenaza a los mercados desde mediados de 2007.
Muchos gestores confían en que este año recién estrenado devuelva algo de calma al panorama financiero, aunque la incertidumbre hace que se resistan a abandonar los albergues en los que se han guarecido. El oro, históricamente uno de los preferidos por los inversores, es una clara señal de que el miedo no ha desaparecido. Aunque los altibajos de su precio hicieron que sólo avanzara poco más de un 3% en el conjunto de 2008, su comportamiento refleja los momentos de mayor virulencia de la crisis.
En diciembre, por ejemplo, se anotó un repunte del 15%, y encumbró a varios fondos que invierten en mineras en los primeros puestos del ranking de los más rentables en el último mes del año.
Pero, a la vez que ha regalado grandes sonrisas a los partícipes de fondos en determinados períodos de los últimos doce meses, el oro también ha dado grandes sustos. Tantos, que entre la salida de capital de los productos y la depreciación de las acciones de las empresas mineras, los 11 fondos que componen la categoría oro de Morningstar presentan pérdidas a doce meses de entre el 28 y el 75%.
Saltos 'de altura'
La volatilidad ha marcado la evolución del precio del oro en los últimos meses, y parece que lo va a seguir haciendo: "En el primer trimestre de 2009, los altibajos van a ser clave en los mercados de materias primas. La volatilidad se acentuará por las estrechas condiciones de trading y los flujos (de entrada y salida de dinero) que se dan habitualmente en el mercado de futuros sobre materias primas", asegura Barclays en su último informe The commodity investor.
Pese a todo, si se está dispuesto a asumir los eventuales sustos que puede dar la volatilidad, el oro continúa siendo uno de los activos favoritos en un entorno como éste.
Recientemente, Manuel Arroyo, director de inversiones de JPMorgan AM, afirmó que éste puede ser "el año del oro" si los mercados no van mostrando durante el ejercicio las características que baraja la firma. Es decir, si el dólar sigue mostrándose débil frente al euro, crecerá el interés por el oro "como activo sustituto" del billete verde.
También hay que vigilar de cerca la evolución de la inflación en Estados Unidos, según JPMorgan, el primer país que dejará atrás la recesión. La firma considera que, tras rozar la deflación sin quedar atrapada en ella -como sucedió en Japón-, el coste de la vida en la principal economía de mundo retomará la senda alcista.
Pero si no fuera así, y el fantasma de la caída continuada de los precios cobrara vida al otro lado del Atlántico, sería un momento dulce para este metal precioso. "Por eso, lo vamos a vigilar de cerca, y no descartamos tomar posiciones si el escenario no evoluciona de la forma esperada", señala Arroyo.
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