Tour to Cuba
La Habana – La española Gloria Pla y el cubano Ángel Luís Fonseca se conocieron en La Habana. Siguieron la costumbre de convivir en la morada del sexo fuerte, en este caso el hogar de Gloria, en Barcelona. Fue ella quien lo sacó a él pagando todos los gastos con moneda fuerte.
De matrimonio, varias veces ellos han visitado la isla, siendo siempre la última visita la peor de todas. En esta última, realizada el pasado mes de agosto, el primer indicio de que aterrizaron en zona franca de soborno lo dio un aduanero en el aeropuerto José Martí: “sus equipajes vienen pasados de peso”, determinó con autoridad el funcionario.
La réplica de Ángel Luís apareció rápida y con franqueza: “No puede ser. En Madrid los pesaron y estaban en regla”, réplica que rebotó en la sensibilidad del aduanero: “Son 200 euros de recargo”. Con historias así puede originarse la duda de que el fanfarroneado Bloqueo yanqui se inventó en cada una de las instituciones cubanas y no en Washington, o suponerse que el exceso de peso en los equipajes de los cubanos que visitan parientes insulares vaya a hundir la economía nacional.
Angel Luís es uno más de los emigrados que olvida la trama del absurdo; que en cada retorno a sus orígenes vuelve a catar la angustia y la frustración de sentirse trabado entre lo grotesco y lo claustrofóbico.
Próximo a las 5 de la tarde del 20 de agosto llegaron a Guantánamo, provincia más oriental de la isla, a unos mil kilómetros de la capital. Pernoctaron en casa de un familiar. Familiar que para evitar problemas informó al presidente del CDR (Comité de Defensa de la Revolución), de acuerdo a lo establecido por Ley si se trata de un extranjero en suelo revolucionario. Al día siguiente rentaron un auto de turismo (Tur) para visitar en Yateras a otros familiares. En Yateras otra sorpresa los esperaba. Se disponían a visitar el zoológico de piedra, único en el país, cuando un policía detiene el Tur. Con intransigencia pedernal le pide un autorizo que debe emitir emigración provincial y que la pareja desconocía debía portar.
En emigración interrogaron a Gloria cerca de 15 minutos. Le recordaron que tenía que hospedarse en casa u hoteles oficialmente autorizados. También le recordaron que la persona que les brindó cobijo la primera noche de estancia en la provincia estaba expuesta a una multa de 1000 pesos convertibles.
Una vez en la capital, a punto de regresar para Europa, otra corrección policial vino a ellos. Un policía insistía en aplicarles una multa por un supuesto exceso de velocidad, sin contar el agente con velocímetro. El uniformado les planteó que ese día no pretendía discutir con nadie porque era su cumpleaños, insinuación que en buen cubano se entiende por dejarse sobornar. Quien sabe si uno de los muchos uniformados que vende la gasolina de la patrulla en el mercado negro.
Siguiendo la costumbre de una inmensidad de cubanos-expatriados que esperan, Ángel Luís y Gloria condicionaron el próximo tour a que las cosas cambien en Cuba.
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