¿Bolivia ni nos interesa “nada»
Por Leopoldo Puchi
Correo del Caroní
A propósito de la grave crisis de Bolivia, la oposición perdió la oportunidad para dar a conocer de manera amplia y responsable su visión sobre la situación actual de las relaciones internacionales en el continente.
En lugar de esto, Julio Borges y Manuel Rosales, quienes fungieron como voceros opositores, optaron por refugiarse en las paredes de la polarización interna, comportándose como candidatos a alcaldes y no como líderes nacionales. Una muestra patética de esta conducta evasiva, y de las limitaciones que ella expresa, es la siguiente afirmación, realizada hace pocos días, por Borges: “El Presidente rompe relaciones con los Estados Unidos. ¿La razón? Un rollo que tiene Bolivia. A los venezolanos ¿Qué nos interesa eso? Nada”.
Para criticar la decisión del gobierno de retirar el embajador venezolano en Washington hay más de un argumento. Pero resulta insólito que utilice una consideración según la cual no le interesa para nada a Venezuela lo que ocurre en Bolivia. ¿Es esta la visión de la oposición venezolana sobre lo que ocurre en el continente? ¿No se afirma, sin cesar, que en un mundo globalizado un estornudo en el Cáucaso puede generar pulmonía en el otro extremo del planeta? ¿Es que acaso nos puede ser ajeno lo que ocurra en Bolivia, Panamá o Perú, prácticamente un estornudo en casa?
Si es verdad que no existe una plataforma conjunta de los partidos de oposición sobre una política exterior con un perfil propio, distinta a la que a diario expresan los “analistas internacionales”, al menos los voceros de la oposición pudieron haber dado una declaración en los términos del documento aprobado por Unasur, que contó, por cierto, hasta con el voto favorable de Alvaro Uribe.
La dinámica de polarización no nos puede llevar a colocarnos de espalda a los procesos políticos que se están desarrollando en la región, y no debe tampoco cegarnos frente a lo que está ocurriendo en el país hermano, ni mucho menos tiene por qué colocarse la oposición democrática venezolana al lado de una cruzada de sectores de ultra derecha con los cuales no debemos identificarnos: ni con sus intereses que no son los de la democracia, ni con sus métodos y lenguaje racista, de desprecio al indígena. El hecho de que Evo Morales sea respaldado por Hugo Chávez, no tiene por qué llevar a la oposición venezolana a colocarse del lado equivocado.
¿No podía la oposición condenar la masacre de Pando? ¿No podía llamar al respeto de la integridad territorial de Bolivia? ¿No podía rechazar cualquier intento de golpe? ¿No podía hacer un llamado al diálogo, condenar la injerencia externa y los ataques a las instalaciones del Estado? En verdad ¿No nos interesa “nada” de “nada”?
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