Colombia: El destape de lo tolerado
Por Gabriel Harry H.
El Colombiano, Medellín
El país no se merece el bochinche que se ha armado de un tiempo para acá, aupado por algunos medios, a través de una guerra verbal o confrontación de los tres poderes: Ejecutivo-Legislativo-Judicial- que acaba con lo poco que nos queda, considerando que la libertad, el respeto, la independencia y la razón, son la regla de oro en una democracia y no se debe aceptar que este tipo de confrontaciones se produzcan por micrófono abierto al calor de los ánimos, y menos, azuzando al personaje de turno.
Todo parece indicar, que en algunos sectores o zonas del territorio nacional no ha habido guerrilla y que hoy aparecen todos los difuntos como campesinos inermes, pasando de criminales a mártires, muchos ajusticiados por paramilitares, convirtiéndose en lo que logran algunos, como distracción, aprovechando los que guardan resentimiento y odio con las Fuerzas Armadas y de Policía, instituciones que han resistido el sacrificio de un número incalculable de sus efectivos, para desprestigiarlos, desconociendo la lucha contra unos terroristas que han minado el campo colombiano, promovido los desplazamientos campesinos y desestabilizando el orden institucional.
Es claro que los que azuzan en estos difíciles momentos son algunos que se congraciaron con la subversión; otros, que militaron en las diferentes guerrillas, hoy amnistiados; algunas ONG, y los que todavía anhelan el comunismo, agotado en otras latitudes, pero huérfanos de eso que por tanto tiempo quiso llegar al poder en Colombia y que fracasó, como ocurrió en casi todo el mundo. No nos podemos olvidar de las ambiciones del castrismo, el sandinismo, Sendero Luminoso, los Tupamaros, de la Eta y otros que apoyaban la subversión colombiana, que esperaban consolidar el comunismo en América Latina.
Escuchando el programa de la Cadena Española “Colombia Universal” de Erwin Hoyos, al amanecer del sábado 6 de septiembre, al entrevistar al guerrillero “Olivo” desde la cárcel, se le escuchó la claridad, el reconocimiento y lo auténtico al aceptar el error en que estaban incurriendo los jefes de la guerrilla; él reconocía, que con algunas excepciones, el grueso de las cuadrillas estaban conformadas por campesinos jóvenes y puso como ejemplo sus familiares y paisanos del sur del Tolima y de sus incursiones al Valle por los corredores de Corinto y Pradera.
Decía “Olivo”, que ellos palpaban en el interior del grupo la falta de compromiso de los gobiernos anteriores en confrontarlos; ahora que hay un Gobierno que está resuelto a jugársela contra todos los diferentes grupos por fuera de la ley, pareciera que ha pisado muchos callos, en unos casos, por compromisos adquiridos, en otros, por la tolerancia y, en otros, por los diferentes intereses que se mueven, donde hay tanto dinero en juego.
La falta de presencia y compromiso del Estado, en muchas regiones de la patria, llevó al país a aceptar una forma de vida inaceptable desde todo punto de vista que cogió ventaja y ahora, cuando el retrovisor está puesto, comienza de un tiempo para acá el “mea culpa” y las acusaciones extemporáneas de los que en su momento, como gobernantes, legisladores, jueces e instituciones, debieron haber actuado, asunto que compromete a muchos por no corregir y confrontar oportunamente los males que hoy tienen a Colombia sumida en una guerra verbal, que en nada ayuda a superar el difícil momento. Para salir adelante se requiere humildad-sacrificio-respeto-solidaridad, además patriotismo.
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