¿Por qué crecen las economías?
Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
Esta pregunta fundamental para el progreso humano se la hicieron unos países hace algunos siglos y encontraron la respuesta, otros se demoraron más tiempos en obtenerla y todavía existen naciones cuyos gobernantes conociendo la fuente de la prosperidad, no hacen nada para conseguirla. Cuestionar puede cambiar el curso de la historia. Hay naciones cuyas sociedades continuamente se hacen preguntas por no estar satisfechas con lo que hacen, aspiran a más, son ambiciosas en el sentido positivo.
En el campo de la economía, han existido personas que han averiguado el origen de los fenómenos económicos o por qué sucede lo que sucede en el mundo económico, y encontrado respuestas y soluciones.
En esta búsqueda de la mejora material, los estudiosos del desarrollo económico han identificado los determinantes del progreso humano. Las teorías y principios económicos para que los países crezcan se fueron creando con el transcurso de los siglos. Surgieron por inquietudes que tenían los estudiosos del comportamiento del ser humano. Primero fueron filósofos, posteriormente empresarios y finalmente economistas. Por ejemplo, cuando los precios comenzaron a subir en Europa, durante el siglo XVI, teólogos de la Universidad de Salamanca siguieron de cerca el comportamiento de los precios de los bienes, a raíz del exceso de circulante, por la masiva llegada a Europa de los metales preciosos de las minas de la América Española; se convirtieron en los primeros estudiosos de la inflación y del daño que causa. Entre los más destacados están Navarro, Mercado, Molina y Lugo. Los primeros estudiosos de la teoría del comercio internacional y la importancia de este en el crecimiento fueron los ingleses. Desde fines del siglo XVI, comerciantes ingleses reconocieron que la riqueza de los países no se encontraba en la acumulación de oro o plata, sino en producir para exportar productos con valor agregado y en el control de los mares a través de poderosas flotas mercantes.
Escribieron las primeras teorías del comercio exterior. Entre ellos están Hales, Misseldem, Malynes, Davenant, Wilson, Tucker, Munn, Chield y Mildmay. A partir del siglo XVIII, por primera vez se escribe sobre lo que un país debe hacer para ser rico: especialización, competencia, producción industrial, libre comercio, exportación, etc. Entre los proponentes están Smith, Bastiat, List, Ricardo y más recientemente Krugman y Porter.
Hasta la primera mitad del siglo XX, los economistas no habían reconocido la importancia de la tecnología y productividad, como fuentes del crecimiento económico, a pesar de que, desde un siglo atrás, se conocía que debido a la tecnología, era posible producir más con la misma extensión de tierra. Se reconoció que además del capital y mano de obra, había otros factores que contribuían a mejorar los rendimientos. La productividad probó ser poderosa herramienta para satisfacer las necesidades alimenticias, bajar los precios de los bienes, aumentar los sueldos y hacer más utilidad. Actualmente la productividad total de factores es estrechamente vigilada, tomando en cuenta que en ella se encuentra la contribución tecnológica y la eficiencia, en el crecimiento de las economías. Economistas como Solow y Romel han hecho grandes contribuciones en este tema. Los estudiosos también observaron que en el crecimiento de las economías hay otros determinantes como el emprendimiento, la fortaleza institucional, los valores culturales, la actitud del consumidor, etc. Entre quienes hicieron aportes se destacan Weber, Tocqueville Lucas, North, y Schumpeter.
En el siglo XXI, no caben países en vías de desarrollo. Con tanta riqueza de conocimiento económico, el único obstáculo para terminar con el Tercer Mundo y desterrar la pobreza es la falta de educación que limita el razonamiento del voto del pobre, siempre es engañado con falsas promesas de demagogos que se creen redentores. Las batallas ideológicas terminaron en los países prósperos, pero lamentablemente continúan en otros.
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