Guatemala: Impuestos temporales que se perpetúan
PorRamón Parellada
Siglo XXI
El Gobierno pretende sustituir el Impuesto Extraordinario y Temporal de Apoyo a los Acuerdos de Paz (IETAAP) por uno que se llamará Impuesto de Solidaridad (Iso). Recordemos que en diciembre de 2007 desaparecería el IETAAP pero fue prorrogado por un año más, o sea el 2008.
El primero de estos impuestos temporales se estableció hace más de 12 años y se llamaba Impuesto de Solidaridad Extra-ordinario y Temporal (ISET). Se sustituyó por el Impuesto a las Empresas Mercantiles y Agropecuarias (IEMA), que luego se reemplazó por el IETAAP. Ahora se sustituirá por el Iso.
Con este impuesto, el Gobierno pretende recibir unos Q2 mil millones adicionales, aunque hay efectos peores sobre el flujo de caja de las empresas y la capitalización del país.
Estos impuestos vienen atados al Impuesto Sobre la Renta (ISR) y afecta la forma de pago del mismo, pues se calcula como un porcentaje sobre las ventas o sobre los activos totales y se debe pagar trimestralmente. Si este monto supera lo que al final del año se debe pagar como ISR, entonces el Gobierno no devuelve inmediatamente lo recibido de más sino que lo aplica a futuros pagos de ISR. Así, una empresa cuyos pagos de estos impuestos extraordinarios superen siempre el ISR se quedará sin poder recuperar el mismo y su pago de impuestos será mucho mayor que lo establecido por el ISR.
El Gobierno recibe, entonces, más ingresos, pero no necesariamente como pago definitivo, sino como un anticipo a futu-ros impuestos. Esto equivale a un financiamiento sin interés de parte de las empresas industriales y productivas hacia el Gobierno. De esta forma, el efecto más notable de este tipo de impuestos es la descapitalización de las empresas al verse afectados sus flujos de caja. Algunas empresas tienen que recurrir a deuda para poder seguir operando. Otras dejan de producir, y cierran.
Guatemala necesita, ahora más que nunca, que el Gobierno se apriete el cinturón, que reduzca su gasto y se concentre en lo más importante y prioritario, que es la seguridad y justicia y, a la vez, reduzca la carga fiscal a sus ciudadanos. Se habla de que se pretende aumentar el presupuesto del Gobierno para el próximo año en un 17.5%, justo cuando la eco-nomía personal está pasando por uno de sus peores momentos.
Lo lógico sería reducir el gasto y lo mismo la carga fiscal. Este año será muy difícil pero el próximo podría arrancar muy bien si ya no se sustituye ni prorroga el IETAAP. Igualmente, el Gobierno pensaba reducir el ISR del 31% al 25%. ¿Por qué no lo hacen de una vez? Eso sin gravar los dividendos, por supuesto, ya que de lo contrario estarían aumentando el ISR en una for-ma que no es muy transparente y causando una doble tributación, aunque legalmente digan que no. El dinero en manos priva-das es más productivo y crea más riqueza que si lo recibe el Gobierno y lo consume en cosas que no son prioritarias.
Los impuestos temporales se han vuelto permanentes. Mi oposición a los mismos se debe a que nos afecta a todos, pero especialmente a los más pobres, quienes urgentemente necesitan más oportunidades de mejora, a través de empleos que sólo pueden ser creados permanente-mente con mayor inversión de capital. Este nuevo impuesto, al atacar directamente al capital, retrasa su formación y prolonga la pobreza del país. Estamos perpetuando nuestra pobreza al prolongar los impuestos temporales.
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