El conteo regresivo
El lunes veintiuno de abril volvió a marcarse con dolor de pueblo, la historia de Cuba. Una vez más, indefensas figuras femeninas sentadas en una acera de la “Plaza de la Revolución”, sin más armas que sus voces reclamando justicia, fueron arrastradas por la jauría castrista incapaz de enfrentar con todo su poderío militar, la fuerza de la verdad y el decoro arremetiendo contra quienes constituyen el símbolo de la pureza y la valentía de la mujer cubana, herederas de las que ayer fueron las Mariana Grajales, que defendieron el honor y la independencia de la Patria frente a España. Marchando humildemente con una presencia tan fuerte en la escena nacional ellas levantan murmullos y exclamaciones de admiración, todas vestidas de blanco.
“Los pueblos sólo son débiles cuando no se alista en ellos el corazón de mujer…” Como decía el Apóstol de Cuba José Martí. El significado de la participación de estas valerosas mujeres, conocidas como las Damas de Blanco, en este momento de incertidumbre que se vive en Cuba, no ha sido una casualidad. Ha sido un llamado de alerta para aquellos que se dejaron atrapar por la peregrina idea de que el suplente del moribundo en jefe, su hermano Raúl Castro, iba a hacer cambios. No es así, es puro maquillaje, fórmulas económicas con grandes beneficios para sus bolsillos, manteniendo entretenida a parte de la opinión pública. Esencialmente, sólo ha habido un cambio de nombre de pila, de un tirano absolutista a otro, quizás con menos talento que a lo mejor necesita la opinión de sus compinches, es lo mismo, ni más ni menos.
Tan fuerte ha sido el impacto de esta grosera reacción de las hordas salvajes del castro-comunismo con las Damas de Blanco, que ha sido titular en todas las agencias noticiosas del mundo, es innegable que hubo sorpresa, muchos creyeron que esos actos vandálicos habían quedado en el pasado. Se equivocaron nuevamente, se mantiene el terror a la verdad, no se arriesgan a enfrentar a una decena de mujeres que sólo piden: “libertad incondicional de sus esposos y demás familiares”. Ellas reclaman justicia para padres, hijos, hermanos, sobrinos, en suma, un llamado para cicatrizar en alguna medida las heridas de la familia cubana, tan fuertemente agredida durante casi cinco décadas de represión que alcanzó gravedad para las nuevas generaciones en el 2003 durante la llamada Primavera Negra, cuando 75 compatriotas, de los que aún permanecen encarcelados 55 por el sólo hecho de pensar y expresarse en contra de la violación de los Derechos Humanos.
Conociendo el comportamiento de los opresores, cabe hacer una observación, aunque sacaron un centenar de efectivos policiales, hay que subrayar que además de arrastrarlas, vociferando insultos; parecidos a los que proclamaban desde el año 1959, época del moribundo ex-comandante en jefe. Los herederos tienen pánico a una confrontación social, tanto es así que en el libelo Granma del 17 de abril pasado apareció una expresión diciendo que en Cuba, “no había espacio” para los opositores, están como se dice popularmente, “poniendo el parche antes de que salga el grano”.
En esta cruenta batalla por la libertad y la democracia para la independencia de nuestra Patria, es determinante apoyarse en la fuerza del pensamiento martiano que siempre nos marca el derrotero y nos da las pautas de cuan valiosa es cada una de las constantes contra la siniestra tiranía. Esta participación femenina de las Damas de Blanco es la mayor muestra de la fuerza de un gladiolo cuando se esgrime con dignidad, decoro y sobre todo “…cuando la mujer se estremece y ayuda…, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
Los dictadores saben que aunque estén diciendo en los medios nacionales, a modo de justificar la abominable acción que cometieron contra las Damas de Blanco, ellas no estaban siguiendo una “provocación” dirigida por el gobierno de Estados Unidos. Ellos no tienen salvación y ante tan burda acusación hay que preguntarse: ¿Para quiénes hablan ellos? Hay que ser muy necio para decir semejante estupidez. Carecen de argumento para mantenerse en el poder, y saben que están en un conteo regresivo, tratando de “tupir” a los incautos, están tan desesperados que se agarran hasta de un clavo caliente.
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