Corea del Sur y la democratización de Samsung
Por Evan Ramstad
The Wall Street Journal
SEÚL — La renuncia del presidente de la junta de Samsung Group, Lee Kun-hee, envuelto en un escándalo por fraude y abuso de confianza, pondrá fin al control directo que ejerció sobre la empresa más grande de Corea del Sur durante 20 años. Aun así, conservará una influencia significativa como su mayor accionista individual, lo cual pone en duda hasta qué punto cambiará realmente el grupo.
La salida de Lee y otras medidas anunciadas ayer representan una sacudida a la cultura interna de Samsung, un conglomerado de 59 compañías, incluyendo a Samsung Electronics Co., el fabricante de televisores, celulares y chips de memoria. El grupo no nombró un sucesor para Lee, dejando a la empresa sin un eje central de dirección.
Los ejecutivos de Samsung presentaron los cambios como el inicio de una reestructuración más amplia que dará como resultado una mayor transparencia y asunción de responsabilidad en Samsung, que ha sido criticada por sus informes financieros opacos y su pobre gobierno corporativo.
En una primera medida inmediata, Lee y sus subordinados más cercanos renunciarán a las juntas de las 15 compañías de Samsung que cotizan en bolsa, dejando muchas de ellas en manos de directores externos por primera vez en su historia.
«Todos harán un esfuerzo para incrementar la transparencia de la gestión», dijo Lee Hak-soo, un vicepresidente de la junta de Samsung que explicó los cambios en una conferencia de prensa televisada a todo el país. El ejecutivo no tiene parentesco con el presidente de la junta, pero también fue acusado formalmente en el proceso.
Desde que asumió las riendas de la empresa en noviembre de 1987, tras la muerte de su padre, Lee Kun-hee catapultó los ingresos anuales del grupo de US$13.000 millones a US$150.000 millones e hizo que el nombre y el logotipo de Samsung fuera reconocido en todo el mundo. En Corea del Sur, Samsung se ha convertido en una potencia que representa cerca del 15% de la economía del país y 20% de sus exportaciones, además de contar con una importante influencia política.
A medida que Lee construía su imperio, sus esfuerzos por mantener el control de la familia dieron lugar a enfrentamientos con los accionistas y activistas cívicos surcoreanos que finalmente causaron la batalla legal que llevó a su renuncia.
La semana pasada, un fiscal especial acusó a los dos Lee y a otros ocho ejecutivos de Samsung de evasión de impuestos y abuso de confianza. Los cargos fueron presentados después de una investigación de tres meses provocada por un antiguo abogado de Samsung que en noviembre hizo públicas las alegaciones.
El presidente de la junta decidió renunciar el mes pasado, afirmaron los ejecutivos, incluso antes de ser interrogado por el fiscal especial.
Aún existe la posibilidad de que el hijo de Lee, Lee Jae-yong, asuma el cargo de su padre, aunque ahora parece más difícil que antes. Lee, de 39 años, dejará su cargo de vicepresidente de la junta de Samsung Electronics y probablemente será enviado a trabajar a un mercado emergente, como India o China, para que gane experiencia.
Lee y los otros ejecutivos irán a juicio este año, aunque no se ha fijado una fecha.
Prueba de confianza
Una gran prueba para medir la seriedad de las intenciones de Samsung de volverse más transparente serán las medidas que anunció para romper la estructura de participaciones cruzadas que la familia Lee usa para ejercer su control, al poseer grandes participaciones en diferentes compañías. Samsung dijo que en un plazo de entre cuatro y cinco años su empresa de tarjetas de crédito, la cual no cotiza en bolsa, venderá su participación en una empresa de parques de diversiones, rompiendo así el círculo de propiedades que son clave para la familia. La empresa de parques posee una importante tajada de una firma de seguros de vida, la cual a su vez tiene una gran participación en Samsung Electronics, la cual es propietaria de una parte importante de la compañía de tarjetas de crédito.
Samsung anunció otras medidas diseñadas con el fin de calmar a la opinión pública. Así, dijo que no entraría a la industria de banca minorista de Corea del Sur, la cual podría abrirse a los conglomerados industriales en los próximos meses. Los activistas cívicos temían que, debido a su tamaño, Samsung pudiera dominar rápidamente otro gran sector de la economía coreana.
Samsung también indicó que limpiará las cuentas bancarias mal utilizadas y que se encuentran en el corazón de la investigación de los fiscales. Lee está acusado de colocar US$4.500 millones que heredó de su padre en cuentas de acciones a nombre de ejecutivos de Samsung, lo cual le permitió evadir impuestos. El martes, los ejecutivos de Samsung explicaron la decisión como un paso para preservar el control del conglomerado por parte de los Lee y evitar posibles adquisiciones hostiles. Exponer el capital a impuestos habría debilitado las propiedades de Lee.
Ahora, Samsung asegura que consolidará esas cuentas a nombre de Lee y que pagará impuestos que, según cálculos del fiscal especial, rondarían los US$110 millones.
Algunos de los críticos acérrimos de Samsung quedaron satisfechos con las medidas.
«Estas revisiones son tardías, pero que hayan sucedido es un alivio», opina Lee Song-hee, una representante de Solidaridad del Pueblo para la Democracia Participativa, un grupo civil que aboga por reformas en los conglomerados.
SungHa Park y Julie Yang contribuyeron a este artículo
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