Jugar a la verdad
La Habana – Ahora, cuando solo han transcurrido 50 años, a los cubanos se les presenta como una gran victoria de la revolución el permiso de hospedarse en hoteles, comprar teléfonos celulares, alquilar autos y comprar equipos DVD. El responsable de esos logros es el nuevo gobernante. Sucesor hereditario con halos de reformista, pragmático, con supuesta tendencia a la institucionalización, al trabajo en equipo, sin apetencias de liderazgo internacional e interesado en mejorar la situación interna.
Nada mas parecido a la versión del Noé cubano, que con su política diferente construye una barca que salvará al pueblo de hundirse en el diluvio.
La aprobación de esas medidas “liberadoras” motiva criterios positivos en la Comunidad Internacional, que, como en el caso de países europeos, relajan las tensiones bilaterales y justifican un clima de acercamiento al régimen de La Habana, y el análisis de la posibilidad de abandonar las sanciones contenidas en la Posición Común.
A esta altura cabe preguntarse ¿Quién es responsable del diluvio que ahoga a la mayoría de los cubanos? ¿Qué tiene de nuevo o distinto la política actual respecto a la del anterior gobernante? ¿Cuánto favorece a la población la eliminación de unas pocas prohibiciones?
En Cuba el sistema socialista, o lo que es lo mismo, el modelo totalitario es la causa de la destrucción generalizada. No existe alternativa de que el gobierno sea parte de la solución porque su política de continuismo precisamente perpetua el problema nacional.
Poco influye en la sociedad que se autorice el disfrute de servicios que se cobran en moneda convertible, con un impuesto sobre el dólar del 20 %, y, además, a precios que duplican o triplican el de otros países. Se calcula que el salario promedio es de unos 409 pesos mensuales, o sea, 17 convertibles.
Dentro del paquete de modificaciones que manejan las autoridades no hay referencias a las libertades individuales. Acaso para los cubanos basta con saber que si alguna vez tuvieran el dinero ya no se les niega el acceso a un hotel.
El exgobernante, quien siempre fue el bueno y ahora todo indica que es el villano, cuando la crisis de los noventa abrió la economía a la inversión extranjera. Al actual mandatario, segundo en el poder hasta hace poco, aunque lo presentan como caído del cielo, nada le impide reconocer a los nacionales el derecho de invertir en la economía del país. Los negocios particulares crean empleos, alivian la carga del Estado y mejoran la situación financiera de muchas familias.
¿Por qué el gobierno sigue de intermediario exclusivo entre las compañías extranjeras y los empleados, pagando a estos últimos alrededor del 8 % del salario negociado en los contratos de trabajos? ¿Hasta cuando deben esperar los trabajadores para que les reconozcan derechos a sindicalizarse y organizarse libremente, apelar a la huelga como recurso de su defensa?
¿Como justificar en pleno siglo XXl la existencia de un solo partido, el encarcelamiento y el destierro de los que tengan un pensamiento político diferente al oficial, la absorción y control por el gobierno del poder legislativo y del judicial?
Por concepto de remesas familiares entran unos mil millones de dólares anuales, representa uno de los principales renglones que sostienen la maltrecha economía ¿Que razón hay para despojar a los exiliados de los pocos derechos que gozan los cubanos de la Isla? Por ejemplo, ni siquiera les permiten participar en las elecciones ejerciendo su derecho al voto, a pesar de que la Ley Electoral solo excluye a los reclusos y a los enfermos mentales, y no menciona como limitante el lugar de residencia.
No se comprende que se deba bajar la cabeza y aceptar la consideración del presidente de la Asamblea Nacional, acerca de que es imposible pensar en viajar como un derecho porque causaría graves dificultades a la infraestructura, que colapsaría la capacidad de vuelos de las aerolíneas ¿Entonces los cubanos nunca podrán entrar y salir de su país como derecho natural? ¿No es preocupación que las familias separadas estén imposibilitadas de mantener un vínculo normal?
En realidad con las tímidas modificaciones se benefician sectores a los que poco les afectaban las prohibiciones, por ser grupos minoritarios con fuentes de ingreso en moneda convertible, como los intelectuales y artistas contratados en el exterior y los negociantes que viven de las ganancias de la bolsa negra. Los otros personajes privilegiados son los funcionarios y militares de alto rango, que ya no tendrán que ocultarse para disfrutar de esos servicios.
A mediano y largo plazo las medidas tienen un impacto perjudicial en la sociedad, pues incrementan la corrupción, las diferencias sociales, el menosprecio a los valores espirituales y, como es lógico suponer, la economía terminará más desangrada por las ilegalidades.
En la población el criterio es favorable a los cambios, porque a quien se le ha quitado mucho concederle algo siempre es bueno. No por ello tales medidas la favorecen. Por suerte, esta situación ayuda a que se tenga conciencia del absurdo de tantas prohibiciones y de lo lejos que está el pueblo cubano de ser una sociedad libre con un sistema político justo.
Es hora de acabar con el doble rasero, no se considera una conquista en países como Angola que a sus habitantes se les reconozca el derecho de alquilar un auto o comprar un DVD. La Declaración Universal de los Derechos Humanos recoge de modo explicito los derechos con los que nacen los seres humanos. Los Pactos de Derechos Políticos, Civiles, Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, recientemente firmados con bombos y platillos por el gobierno de Cuba, que además tienen carácter vinculante, explican muy bien las bases de la dignidad humana y su trascendental importancia.
Hay urgencia de poner fin al sufrimiento del pueblo, a la desesperanza. Los cubanos ansían libertad, oportunidades de progreso. Lo demuestra la cifra record de intentos de salidas ilegales, con serios peligros para la vida, durante los últimos meses de “nuevo gobierno”.
Las expectativas de la población se relacionan con resolver ahora los asuntos concretos que afectan su subsistencia. El gobierno gana tiempo creando falsos espejismos. Demuestra que la verdad sigue siendo su enemigo, sino ¿por que la falta de transparencia en el actuar?
En ningún medio se habla de responsables de esta crisis. Tampoco se divulgan los resultados de los millones de encuestas realizadas en los centros de trabajo, de ese modo se oculta qué planteó la población. Las diferentes entidades del Estado no dan sesiones abiertas a la opinión pública para que las personas sepan qué sucede y qué rumbo se toma. Según el nuevo Noé se permiten las críticas al sistema, pero en el “lugar” y “momento” adecuado. No faltan las promesas de soluciones que llegarán lentamente, sin apuros, porque, como ellos dicen, no son magos.
¿A cuantas conquistas más puede apelar el gobierno para dar una falsa imagen de reformas? Guarda en su saco cerca de 250 presos de conciencia e incontables prohibiciones que, excarcelando a unos a cuenta gota o haciendo ligeras modificaciones que no comprometan su absoluto control del poder, le dan perfectamente para sobrevivir por otro par de medios siglos.
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