La OEA compra tiempo
Por Carlos Chirinos
BBC Mundo
La OEA ha calmado las cosas, por ahora. La aprobación de una resolución en la que se reconoce que Colombia violó la soberanía ecuatoriana al atacar un campamento de las FARC, bajó las aguas un poco.
Pero no las ha devuelto a su cauce. Una solución definitiva podría darse a partir del lunes 17 de marzo, cuando se reunirán los cancilleres de la OEA en Washington.
Eso en cuanto al contencioso entre Ecuador y Colombia, que es al que se refiere la resolución de la Organización de Estados Americanos.
El organismo no habló de Venezuela, aunque escuchó la posición de este país que ha sido importante factor en la crisis, al punto de que su reacción inicial fue más fuerte que la ecuatoriana
En el mundo diplomático muchos siguen preguntándose por qué Caracas se inmiscuyó con tal virulencia en un problema que en principio luce como bilateral colombo-ecuatoriano.
Incluso, importantes voces del escenario internacional, como la del presidente peruano Alan García, que han pedido a Caracas mantenerse al margen para facilitar la solución.
Pero hay que tener en cuenta que hay otro problema entre Colombia y Venezuela que es parte de un distanciamiento que viene en marcha desde hace varios meses y que tiene un dinámica propia y potencialmente más peligrosa.
EE.UU. como balanza
Militarmente, Venezuela y Colombia son consideradas dos potencias medias regionales que se equilibran en sus capacidades.
Eso, al mismo tiempo que sirve de disuasivo -porque los estrategas reconocen que un enfrentamiento está condenado a estancarse en el corto plazo- también puede servir de incentivo -ninguno tiene la pelea perdida de entrada.
Sólo que este caso la balanza la inclina EE.UU. a favor de Colombia, su principal socio sudamericano.
Algunos dicen que podría repetirse el escenario de la guerra de Las Malvinas en 1982, cuando los estadounidenses pusieron toda su capacidad de vigilancia e inteligencia a favor de la fuerza expedicionaria británica que recuperó las islas.
Ecuador, en cambio, no estaría en capacidad de enfrentarse a Colombia y por eso -a no ser que forme una alianza con Venezuela- luce poco probable que desate una escalada militar.
“Deuda épica”
Pero no todo se reduce a un conteo de cañones y soldados. A veces en la historia de los países suelen pesar mucho las motivaciones del líder.
En el caso venezolano no habría que dejar de lado el hecho de que, como me dijera alguna vez el recientemente fallecido “chavólogo” Alberto Garrido, Chávez tendría una “deuda épica” que saldar consigo mismo.
Para Garrido, un analista que siempre fue respetado tanto por la oposición como por el chavismo,”El enemigo para Chávez está definido: es EE.UU. Esa insistencia no es capricho, es una decisión estratégica. A futuro él tiene planteada la hipótesis de una guerra con EE.UU.” afirmó Garrido en la última entrevista que dio a BBC Mundo en noviembre de 2007.
Garrido consideraba importante al analizar el comportamiento de Chávez el que, como militar, no tuviera una gesta de lucha armada qué presentar a la posteridad, como la Sierra Maestra de Fidel Castro o la lucha frente a Somoza de los sandinistas nicaragüenses.
Según Garrido las constantes apelaciones del mandatario venezolano a la guerra y las armas, las referencias al enemigo y las invitaciones a “poner rodilla en tierra” para la defensa de la Revolución Bolivariana, tienen que ver con esa falta de un relato heroico.
Con al menos una docena de libros sobre la revolución bolivariana, Garrido era uno de los analistas mejor informado del proceso político venezolano. Era respetado -y criticado- por “chavistas” y “antichavistas”.
Previendo ataques preventivos
La operación “quirúrgica” -al estilo israelí- que realizaron los militares colombianos en Ecuador parece introducir en la región la peligrosa doctrina del ataque preventivo, a imagen y semejanza de la usada por EE.UU. en Irak y Afganistán.
Esas acciones estadounidenses significaron un descalabro para el sistema multilateral internacional. En el caso del interamericano queda por verse sus consecuencias.
Por lo pronto, las medidas militares tomadas por Caracas son un mensaje a Bogotá de que esa doctrina no será tolerada.
Pero, cuando Venezuela dice temer una operación similar a la sufrida por Ecuador, eso para muchos analistas equivale a la confesión de que los campos de refresco de la guerrilla en territorio venezolano que tantas veces se han denunciado desde Bogotá existen.
Cuando se conversa con la gente del lado venezolano de la frontera reconocen que los guerrilleros y los paramilitares colombianos son ya parte del paisaje cotidiano.
También podría aducirse en Caracas que “el Imperio” espera cualquier excusa para atacar a Venezuela y que una manera de hacerlo sería a través de Colombia, su principal aliado en la región.
Lo de la OEA fue el primer round. El segundo viene el 17 de marzo y promete ser más intenso porque estarán los cancilleres que son más operadores políticos que diplomáticos.
Ya la rueda de prensa conjunta que ofrecieron en Caracas la tarde del miércoles el presidente ecuatoriano, Rafael Correa y el presidente Chávez dejó entender que se busca la condena absoluta de Colombia en la OEA.
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