Las inciertas teorías de la recesión
Por Mario Diament
La Nación
MIAMI.- Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, afirma que la economía norteamericana se está desacelerando, pero que no es una recesión; la firma inversora Merrill Lynch sostiene que la recesión ya ha llegado; y el Foro Económico Mundial, advierte que «la recesión en los Estados Unidos no puede ser excluida» de los pronósticos para el año en curso.
Bienvenido al mundo de la incertidumbre. Werner Heisenberg pensaba en la mecánica cuántica cuando formuló su célebre «Principio» en 1925, pero podría muy bien haberlo aplicado a la economía.
Los criterios varían no sólo en cuanto a determinar si lo que está sucediendo con la economía norteamericana puede considerarse recesión, sino en la definición misma de recesión.
El Diccionario de Negocios y Economía de Christine y Dean Amer identifica, por lo menos, tres criterios: 1) una caída económica de nueve meses o más de duración, caracterizada por un descenso en el nivel de empleo en todos los sectores, excepto la agricultura; 2) una baja de por lo menos 1.5% en el PBI que se extiende durante, por lo menos, dos trimestres y un alza en la tasa de desempleo de, por lo menos, dos puntos, por encima del 6%; 3) un descenso del nivel de empleo durante, por lo menos, seis meses en el 75% de todas las industrias.
En boca de todos
Cualquiera sea el caso, la palabra recesión estuvo esta semana en boca de todo el mundo, desde el presidente George W. Bush y los aspirantes a ocupar su sillón, hasta los tenderos, los consumidores y el último de los desempleados.
Por impreciso que resulte el fenómeno, su espectro recorre los mercados del planeta como el protagonista de una película de horror.
La consabida frase «cuando los Estados Unidos estornudan el resto del mundo se resfría» fue la metáfora más abusada por la prensa internacional.
El cuadro que presentan las cifras es el siguiente:
l Las ventas minoristas crecieron 4,2% en el 2007, el menor incremento de los últimos cinco años y en diciembre registraron una caída de 0,4%, la mayor de los últimos seis meses.
l El desempleo alcanzó el 5% en diciembre, una cifra comparable a la que se registró durante la recesión de 2002.
l La inflación del año pasado fue del 4,1%, la cifra más alta de los últimos 17 años.
l El índice Dow Jones cayó 307 puntos (2,5%) anteayer y ha descendido más de 1100 puntos desde el comienzo del año.
l En los primeros nueve días del 2008, los inversores retiraron 16.300 millones de dólares de fondos comunes (Mutual Funds) domésticos y ETF (Exchange-traded Funds).
l Goldman Sachs estima que las utilidades de las corporaciones, deducidos los impuestos, caerán 7.5% durante 2008.
Coincidencias
En lo que los economistas parecen coincidir es en las causas de la presente situación: el descalabro del mercado hipotecario, la iliquidez creada por las pérdidas en que incurrieron algunas de las más poderosas firmas financieras internacionales y el alto precio del petróleo.
Bush reconoció ayer la gravedad de la situación anunciando un paquete de 145.000 millones de dólares en reembolsos impositivos destinado a darle a la economía «una inyección en el brazo».
La idea es que poniendo más dinero en manos de los consumidores y aliviando la carga tributaria de las empresas se estimulará la actividad económica.
La propuesta debe pasar aún el tamiz del Congreso, donde en vista del año electoral, todo el mundo anda con pies de plomo.
Sin embargo, Wall Street no tardó más que unos minutos en mostrar su desagrado por lo que consideró una terapia insuficiente: el Dow Jones que había subido más de 180 puntos la mañana, cayó 79,09, o 0,65%, después de los anuncios de Bush.
Súbitamente, la célebre frase de Bill Clinton durante la campaña de 1992, «¡Es la economía, estúpido!», adquirió una dramática actualidad y los candidatos se vieron obligados a dejar de lado sus libretos sobre la guerra de Irak, los valores de la familia, el aborto y el matrimonio gay y ponerse a explicar qué van a hacer cuando las papas quemen.
El dato más inesperado, sin embargo, no provino de los indicadores económicos sino del público.
Un estudio de la agencia Reuters y la Universidad de Michigan reveló que la confianza del consumidor en la economía era de 80,5 puntos, muy por encima de los 74,5 de Wall Street y en la evaluación de las condiciones económicas trepaba hasta 98,1, un indicio, si se quiere, de que la recesión, después de todo, tal vez sea una cuestión de psicología.
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