EE.UU.: Empieza la etapa más dramática
Por Hugo Alconada Mon
La Nación
NASHUA, New Hampshire.- Las urnas de New Hampshire aportaron mucho más que el segundo round de las primarias en Estados Unidos. Marcaron el inicio de una vorágine que envolverá a todos los candidatos durante las próximas cuatro semanas, hasta que el 5 de febrero se celebre el “supermartes”.
El desafío es notable para Hillary Rodham Clinton, luego de su derrota en Iowa que la colocó contra las cuerdas. Sin embargo, el resultado preliminar de New Hampshire le aportó mucho del aire que necesitaba para lidiar con su gran rival, Barack Obama.
El senador negro acaparó la atención de todos los medios, pero la ex primera dama parecía anoche haberse quedado con el golpe final, sobre la medianoche, cuando los primeros resultados le daban la ventaja, en un cierre muy reñido.
Clinton y Obama deberán capear ahora las próximas primarias. Se espera que ella gane en Nevada, el 19, y se cree que él triunfará en Carolina del Sur, el 26, gracias al amplio electorado negro que vive en ese estado.
Así, será en Florida, el 29, y, en la subsiguiente semana, en los grandes estados como California, Nueva York, Illinois y Nueva Jersey, donde se definirá la suerte de los senadores.
Si Hillary logra mantener abroqueladas a todas las partes que conformaban hasta anoche la famosa maquinaria electoral que armó su marido en los 90, entonces la ex primera dama podría dar vuelta la historia que empezó a escribir Obama en Iowa.
De hecho, sólo con California podría acumular más electores que los que hasta entonces habrán sido designados en las primarias de Iowa, New Hamsphire, Nevada y Carolina del Sur.
Pero no le resultará sencillo. Por un lado, un grupo de senadores demócratas evalúa por estas horas anunciar su apoyo oficial a Obama, según reportó ayer The Wall Street Journal , lo mismo que varios sindicatos, como el poderoso gremio de los gastronómicos de Nevada, estado en el que se votará el 19 de este mes.
Claro que Obama es consciente del desafío que representan los grandes estados. Precisamente a esos apuesta ahora Clinton con su “plan B”, que no es otro que el “plan A” que trazó el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani cuando anunció que competiría por la Casa Blanca.
Bola de nieve
Parece un trabalenguas, pero no lo es. Es pura estrategia electoral. El equipo de campaña de Hillary siempre confió en que apoyada en su experiencia, su apellido y la solidez de su programa ganaría Iowa, luego New Hampshire y de allí en más su candidatura se transformaría en una bola de nieve imparable hasta alzarse con la nominación. Pero su plan se complicó de la mano de Obama.
El ex alcalde de Nueva York, en cambio, vislumbró, en los albores de su campaña, que sus rivales por la nominación republicana, Mitt Romney y John McCain, serían los grandes contendientes para los “caucus” de Iowa y en los comicios de ayer.
Lo son por razones geográficas -el primero fue gobernador del vecino Massachusetts y es muy conocido en este estado- e históricas -McCain ganó aquí en 2000 frente a George W. Bush-. Ante ese tablero, Giuliani optó por reducir su perfil en ambas contiendas y apostarlo todo a Florida y los grandes Estados. Su plan tiene bemoles.
Circulo virtuoso
El problema es que, como ocurre con Obama entre los demócratas, Mike Huckabee, la sorpresa encarnada en pastor protestante que ganó en Iowa, McCain y Romney acaparan por estos días toda la atención de los medios y el fervor de los votantes, por lo que quedó afuera del círculo virtuoso para atraer nuevos voluntarios y más dinero.
La opción opuesta fue la que escogió Romney. Con dinero, pero sin maquinaria, se centró en Iowa y en New Hampshire, con la esperanza de lograr el “efecto de arrastre” del que hoy disfruta Obama. Así es como en este estado emitió más avisos por televisión y radio que todos sus rivales juntos: 7247 desde principios de año, según la companía Nielsen. Pero pese a ese gasto fabuloso, salió segundo y ahora su plan afronta serios problemas.
Casi idéntico es el desafío del demócrata John Edwards. Fue el candidato que más veces recorrió Iowa, y luego New Hampshire. Confió en que ganando los dos podía ponerse el traje de “sorpresa del año”. Pero Obama lo desbancó en Iowa y anoche quedaba en un tercer puesto, tan distante como ahora son sus chances.
Está claro, así, que la trama detrás de cada candidato es un mundo aparte.
Si no, que lo diga McCain, al que todos los estrategos de Washington dieron por muerto a mediados de 2007. Por entonces caía en las encuestas y no recaudaba fondos por defender la permanencia de las tropas en Irak y una reforma inmigratoria más compasiva hacia los indocumentados.
En Iowa, no obstante, el ex prisionero de guerra en Vietnam disputó el tercer puesto con Fred Thompson y anoche revalidó su triunfo de 2000, aupado en su aura de transparencia y en su excelente comunicación con el electorado más joven, pese a ser el más veterano de los contendientes. Eso, porque a los 71 años sigue encarnando la figura antiestablishment en un año electoral en que dominan los vientos de renovación.
Los nuevos aires resultan tangibles. A tal punto que todos los precandidatos, tanto los demócratas como los republicanos más conservadores dicen encarnar “el cambio”, un latiguillo que se repite en sus carteles, canciones y avisos. ¿Un ejemplo? En el avisocon el que cerró aquí su campaña, Romney usó esa palabra siete veces en dos minutos. Tanto para elevar su perfil como para criticar a Obama y a McCain.
Claro que las primarias están lejos de haberse definido. Con un calendario electoral adelantado hasta el ridículo, la definición llegará el 5 de febrero. Queda por ver cuántos candidatos llegarán de pie a ese día.
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