Una trivial razón para la amenaza
Por Hugo Alconada Mon
La Nación
WASHINGTON.- ¿Por qué el discurso de George W. Bush sobre Cuba? ¿Por qué ayer? ¿Por qué no hoy, o dentro de seis meses, o el año pasado, cuando Raúl Castro tomó el poder?
Por una cuestión “de agenda”, explicó su secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, él mismo un cubano exiliado en Estados Unidos. Es decir que aunque Bush clamó que “ahora es el momento” de presionar por una transición democrática y lanzó algunos anuncios grandilocuentes, su equipo explica que lo hizo ayer, no antes ni después, simplemente porque ayer tuvo un hueco en su apretada agenda.
Más atractivo, sin embargo, quizá sea preguntarse por qué insiste la Casa Blanca en el embargo comercial que repudia la comunidad internacional y quieren flexibilizar los demócratas. ¿Por qué tanta dureza con los cubanos, pero tanta flexibilidad, por ejemplo, con los comunistas chinos?
“Para algunos de nosotros las diferencias son bastante obvias”, respondió el subsecretario de Estado para América latina, Tom Shannon, cuando se lo preguntó LA NACION. Pero no las explicitó.
Es cierto. Algunas diferencias hay. Entre otras, que la apertura a China que promovió el entonces presidente Richard Nixon le permitió a Estados Unidos generarle un dolor de cabeza a la Unión Soviética.
La segunda diferencia es obvia. Cuba se encuentra a 150 kilómetros de Florida. Como repiten muchos en esta capital, se encuentra en el “patio trasero” de la superpotencia, con lo que la isla se convirtió en un asunto de su política interna casi tanto como de su política exterior.
Esto se explica por su ubicación geográfica y por su valor simbólico tras décadas de confrontación ideológica. Pero también por la relevancia política que adquirió la comunidad cubana exiliada en Estados Unidos con el paso de los años, a medida que su influencia electoral en Florida fue tornándose más y más decisiva para las elecciones presidenciales.
A tal punto se mezclan factores muy distintos en la ecuación que hoy, por ejemplo, la Fundación Heritage de esta capital llevará a cabo la conferencia “Cuba en la encrucijada. La amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”, con un legislador, un oficial de inteligencia del ejército y un coordinador de la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado. Y ningún republicano o demócrata se sorprende.
En este contexto, Bush reafirmó el embargo comercial y la confrontación diplomática, lejos de cualquier intento de diálogo como el que Ronald Reagan protagonizó con Mikhail Gorbachov. Lo hizo ahora porque la Casa Blanca quiere que los cubanos den el primer paso. ¿Cómo? Con la apertura hacia la democracia, la excarcelación de los presos políticos y el respeto de las libertades. Esa línea trazó otra vez Bush ayer y repitió luego Gutiérrez.
– Quiere ver cambios primero en la isla, pero ya pasó un año desde la transición entre Fidel y Raúl Castro y no han ocurrido. ¿Qué pasará si Raúl perdura por los próximos cinco años? ¿Seguirán sin hablar? ¿Estados Unidos seguirá
-Sí -interrumpió Gutiérrez a LA NACION-. Esa es la política. El presidente fue muy claro: si ése es el futuro del régimen cubano, entonces será muy, muy desafortunado para el pueblo cubano, porque seguirán viviendo sin libertades.
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