Crisis inmobiliaria, financiera, económica…
Por Juan Carlos de Pablo
Revista Fortuna
En 1977, referido al sistema financiero, el norteamericano Hyman Philip Minsky publicó un trabajo titulado «Una teoría de la fragilidad sistemática».
La idea central es la siguiente. Luego de una crisis, al tiempo que pierden sus puestos algunos dueños de los bancos y también algunos de los principales ejecutivos, las entidades financieras adoptan sus decisiones de manera muy conservadora. Pero la vida sigue, la situación comienza a normalizarse, aparecen nuevas oportunidades de negocios, algún banco se anima a realizar operaciones algo más riesgosas, los otros lo imitan, se van aflojando los controles, se desestima todo llamado a la cordura («no entendés nada, estamos en una nueva economía», etc.), hasta que aparece una nueva crisis y comienza una nueva ronda. Seguramente que el mérito de Minsky no consistió en descubrir un hecho nuevo, sino en modelar algo que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo.
Como la experiencia me dice que resulta muy útil enfocar eso que se denomina economía según la perspectiva de los procesos decisorios, a Minsky le saco el sombrero. Porque le prestó atención a una característica básica de la decisión humana, verificada en muchos órdenes de la vida.
En efecto, me asaltaron varias veces y choqué con mi auto en varias oportunidades.
Luego de cada asalto y de cada choque, durante algunas semanas soy un experto en evitar ser víctima de los ladrones, y manejo mejor que Juan Manuel Fangio. Pero con el tiempo todo se afloja. Como afortunadamente hace mucho que ni me asaltan ni choco, estoy seguro que he vuelto a tener «las defensas bajas» y por consiguiente soy candidato a que me vuelvan a embocar como alguna vez lo hicieron.
Todo esto sirve para explicar que no hay nada extraño en lo que sucedió con las hipotecas de alto riesgo, en todo lo que se dijo e hizo en el camino de ida y en la posición adoptada por el Sistema de la Reserva Federal (FED) y el Banco Central Europeo (BCE). Sirve para algo más: para anticipar que la que acaba de estallar no va a ser la última crisis, porque no hay nada que «aprender» desde el punto de vista decisorio.
El accionar del FED y el BCE merece destacarse. En su rol de prestamistas de última instancia actuaron como los bomberos, es decir, cuando llegaron al lugar donde se estaba incendiando una casa, lo primero que hicieron fue mojar las casas vecinas. Seguramente que el dueño de la casa que se estaba incendiando les indicó el «error», puntualizándoles que la que se estaba quemando era la del medio. Pero los bomberos, más profesionales, comenzaron por evitar que el fuego se desparrame, para luego atacar de lleno la fuente del problema y salvar… lo que se pueda.
Aquí lo mismo. Desde Lombard street, la maravillosa obra que Walter Bagehot publicó en 1873, existe un manual para las entidades financieras que tienen que actuar como prestamistas de última instancia. Que indica que cuando aparecen las dudas generalizadas sobre la liquidez de las entidades financieras, hay que hacer precisamente lo que están haciendo el FED y el BCE (con una pequeña diferencia: Bagehot le aconsejaba al Banco de Inglaterra prestar a altas tasas de interés, el FED acaba de reducir en medio punto porcentual anual la suya).
Los bomberos apagan el incendio y después preguntan quién fue el idiota que comenzó el fuego. Aquí lo mismo: cuando llegó la hora de la verdad, el FED y el BCE salieron a auxiliar, sin preguntar por la garantía de los depósitos, el «riesgo moral» implícito en salvar a algunos irresponsables, etc.
A propósito: ¿y el Fondo Monetario Internacional, a todo esto? Alternativa l, no actuó porque es el superbombero, listo para entrar en acción si fallan los bomberos. Alternativa 2, no existe, porque no tiene recursos ni ideas. Me quedo con la segunda alternativa, pero esto implica que si hay derrame internacional, habrá que ir al FED en busca de ayuda. ¿Será mejor o peor que ir al FMI?
¿Y la Argentina? El Gobierno exageró cuando dijo que como estamos aplicando un nuevo modelo productivo, y no uno de especulación como hasta hace pocos años, no tenemos problema. Lo tenemos, como lo saben los tenedores de títulos públicos argentinos, y como lo saben los funcionarios que tenían que colocar nuevas emisiones de deuda pública.
El episodio ilustra otro principio: las «gracias» que parecen inocuas en épocas normales, resultan más que costosas cuando aparece una crisis. Ahora que producto del susto tenedores de títulos y acciones y operadores buscan «calidad», todo el mundo se acuerda el estilo con el cual el actual Gobierno procedió a cambiar títulos de deuda y el dibujo que el INDEC le hace al índice de precios al consumidor (IPC) con el cual se ajusta el valor de los títulos públicos indexados. Ergo: a ningún funcionario se le ocurre salir en estos momentos al mercado voluntario de deuda, entonces tenemos que recurrir al presidente Chávez, quien –además del episodio de la valija– sólo ofrece comprar la mitad de los u$s 1.000 Millones que la Argentina quería que comprara, y tampoco comprará los prometidos u$s 500 Millones, porque no está seguro de poder venderlos de inmediato, como hizo hasta ahora.
Lamentablemente para mí, quien se desprende de títulos públicos no compra mis libros sino dólares. Por lo cual, a pesar de seguir teniendo superávit comercial, durante algunos días la Argentina tuvo déficit cambiario. El Banco Central vendió cuando la cotización llegó a $ 3,20. Así que compra a, digamos, $ 3,10 y vende a $ 3,20. No es convertibilidad, porque no está obligado a hacerlo, pero por ahora actúa como si lo fuera.
¿Y la economía real y mi bolsillo?, pregunta mi tía Carlota. Depende de la intensidad y la duración de la crisis, datos que sólo Dios conoce. Lo que está ocurriendo con la economía real en la Argentina tiene que ver con la etapa del ciclo en la cual está y con la crisis energética. A propósito: el PBI total sigue creciendo «a tasas chinas», pero no gracias a la industria o a la construcción. ¿Alguien me puede explicar, pero en serio, quién es hoy el «culpable» del crecimiento, o estamos delante de otro subproducto del dibujo del IPC del INDEC?
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