Hong Kong y los resabios coloniales
Editorial – Clarín
Hace diez años, Gran Bretaña traspasó el dominio de Hong Kong a China luego de más de cien años de ocupación colonial. El pequeño y estratégico enclave costero e insular de Asia se había transformado ya en uno de los más pujantes centros económico-financieros y más altos niveles de vida del mundo.
Concluía de manera exitosa otra fase pendiente del proceso de descolonización y contribuyeron a ello la distensión sucedida tras el fin de la Guerra Fría y la propia evolución de una China convertida en pocos años en una potencia económica global.
Como parte de esa transición, se cumplió la devolución que le permitió mantener a Hong Kong su autonomía económica, con un régimen administrativo especial dentro del principio chino de «un país, dos sistemas».
Lo que ocurrió a partir de entonces fue el resultado, también, de un desbloqueo de los tabiques geopolíticos montados a lo largo del siglo veinte. Hong Kong mantuvo su crecimiento e incrementó sus intercambios con el exterior: pasó de ser un enclave del capitalismo occidental en un escenario de enfrentamiento estratégico a un motor propulsor del crecimiento de China y del Este y Sudeste asiáticos.
Lo que quedó pendiente es el reclamo de un desarrollo democrático que acompañe el alcanzado en su economía. El fin de aquel singular capítulo del colonialismo dejó todavía más en evidencia los pocos enclaves coloniales que aún persisten, entre ellos el de las islas Malvinas.
Al recordarse los exitosos diez años de reincorporación de Hong Kong a China, cabe mencionar también los últimos resabios colonialistas que todavía persisten en el mundo; entre ellos, las Malvinas.
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