Colombia: ¿Listas negras o banqueros flojos?
Por Alberto Carrasquilla
El Tiempo, Bogotá
Muchos de quienes formamos parte de esa inmensa minoría privilegiada de colombianos que contamos con acceso a la formalidad bancaria, porque tenemos una cuenta de ahorros o cosa similar, hemos experimentado en carne propia un «no le presto» amparado en algún desliz financiero de nuestro pasado.
Para ciertos políticos es muy atractivo usar nuestra obvia indignación por estos abusos y cautivar nuestro voto. La propuesta más usual es esta: como usted tiene un pecadillo financiero en su pasado, y como ese pecadillo se lo están refregando tanto, ¿qué tal un proyectito de ley que prohíba la publicación de las partes malas de su pasado financiero?
Aunque esto suena espléndido, la propuesta es pésima y ojalá sea rechazada por la Cámara de Representantes, en cuyo campo está el balón, tal y como fue rechazada en el Senado de la República, con magnífica ponencia del senador liberal Luis Fernando Velasco y con apoyo de diversas bancadas.
Es pésima por una razón muy sencilla: si usted estuviera como banquero del otro lado de la mesa y llego yo a pedirle un préstamo, su tarea es calibrar con gran precisión mi capacidad y mi voluntad de honrar el eventual compromiso que acordemos. Entre más dudas tenga sobre uno o ambos temas, menor va a ser su voluntad de acceder a mi solicitud.
Pongamos las cosas en la balanza: si me niega el préstamo, lo que usted dejaría de ganar (en caso de yo ser buena paga) es solo una fracción -digamos 10 por ciento- de la plata que me presta. Al contrario, lo que podría perder si yo salgo calceto es la totalidad del desembolso. La banca es un negocio basado en el manejo de riesgos. Un buen banquero los mide bien y actúa inteligentemente con base en esas mediciones. Y esas mediciones serán mejores entre más información utilicen. Esto significa que eliminar pecadillos de las historias crediticias equivale a empeorar la capacidad gerencial del banquero, quitándole herramientas valiosísimas y obligándolo a pasarnos a todos sus eventuales clientes por el mismo rasero, usualmente injusto con la inmensa mayoría que sí honraría sus compromisos.
El senador Velasco tiene miles de ejemplos de abuso crediticio contra colombianos honorables, ejemplos que lo indignan a él y que deben indignar a cualquiera. Empero, él y muchos de sus colegas han entendido con claridad que los abusos no se originan en la existencia de un sistema de información. Se originan en banqueros perezosos que no cumplen su tarea de evaluar con cuidado cada caso y se apoyan en la existencia de un pecadillo pasado para lavarse las manos y pasar al siguiente caso. En el fondo no yace una tal «lista negra» sino un banquero que no hace bien su tarea.
Ojalá en la Cámara prime la misma sensatez que primó en el Senado. Flaco servicio se les presta a los millones de colombianos sin acceso al crédito, minimizando el rol de la información en la toma de decisiones financieras.
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