Los altos impuestos financian a Kirchner
En la década del 90 se eliminaron impuestos que mejoraron y mucho la rentabilidad empresarial y por ello es mentira que el tipo de cambio estuvo congelado uno a uno. Ese era el nominal, pero la baja de los aportes patronales, la eliminación del tributo a los combustibles para el gasoil, del gravamen a los activos, al cheque, las retenciones a casi todas las exportaciones, entre muchos otros beneficios fiscales, mejoraron el tipo de cambio efectivo.
Del mismo modo, el aumento del mínimo no imponible de Ganancias, que llegó en 1994 a ser de casi $ 3000 mensuales para los solteros sin familia a cargo, mejoró los ingresos de las personas. Para igualar esa situación por actualización cambiaria el mínimo no imponible debería ser hoy de $ 9000 mensuales para los solteros sin hijos. O de unos $ 6500 si se prefiere la actualización por inflación.
Esas modificaciones redujeron mucho más los ingresos de la Nación que los de las provincias. Es decir, el mayor sacrificio para mejorar el ingreso de personas y empresas lo hizo el Estado nacional. Las provincias se beneficiaron mucho más que la Nación por el incremento de los ingresos por coparticipación por la reactivación económica que duró hasta 1998.
De modo que la Nación quedó en una posición de debilidad fiscal y debía constantemente pedir ayuda a las provincias mediante los pactos fiscales.
Esa situación duró hasta los primeros meses del mandato provisional de Eduardo Duhalde. Con el aumento de los precios internacionales, un fenomenal aumento de impuestos a las personas y a las empresas que no tiene precedente histórico, la Casa Rosada se hizo de una fenomenal caja, que encima, gracias a leyes de emergencia y superpoderes, puede manejar con absoluta discrecionalidad.
Muchas provincias no han hecho nada por mejorar su eficiencia fiscal y lentamente pierden el superávit que les generó la brutal licuación de los salarios de los empleados públicos, maestros incluidos, por efecto de la devaluación. Buenos Aires es un caso emblemático.
En medio de un crecimiento histórico de la economía y de la recaudación, algunos gobernadores no encuentran nada más fácil para seguir acumulando poder que pedir dinero nacional a cambio de apoyo político. Y Kirchner aprovecha.
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