Empeora la salud de Ford en medio de un entorno sombrío para Detroit

A pesar de que el año pasado despidieron a decenas de miles de trabajadores, transformaron sus estrategias de marketing y cambiaron radicalmente sus cúpulas gerenciales, la reestructuración de las grandes automotrices de Estados Unidos está lejos de completarse.

Por primera vez desde 1991 es probable que los tres gigantes de Detroit —General Motors Corp., Ford Motor Co. y Chrysler Group, de DaimlerChrysler AG— sufran pérdidades operacionales para los 12 meses de 2006. Ayer, Ford anunció una pérdida de US$5.800 millones para el cuarto trimestre, terminando un año negro en el que la segunda automotriz de EE.UU. acumuló pérdidas por US$12.700 millones. Es el peor resultado financiero en los 103 años de existencia de la compañía. GM entregará sus resultados el martes. Y, en un intento por recuperar rentabilidad, Chrysler ha dicho que revelará su nuevo plan de reestructuración a comienzos de febrero.

Hasta ahora, Wall Street ha estado dispuesta a financiar las pérdidas de Detroit. Los ejecutivos de Ford destacaron ayer que la compañía cuenta con US$33.900 millones en efectivo, aunque esperan perder US$17.000 millones de ellos en los próximos dos años en su intento por adaptar el tamaño de las operaciones norteamericanas a su menor poder de ventas.

El problema fundamental que enfrentan las tres automotrices es que las viejas y probadas medidas de reducción de costos y aumento de ventas ya no están funcionando tan bien como antes. Una parte importante de sus estructuras de costos laborales y estrategias de marketing son parte de una época pasada, cuando las automotrices extranjeras eran una presencia menor en el mercado de EE.UU. Ahora, las tres compañías están rodeadas de clientes, concesionarios y fabricantes de autopartes que se han adaptado con mayor rapidez a las realidades del nuevo mercado global.

Es decir, las automotrices de Detroit ya no pueden asumir que podrán cobrar mayores precios a los consumidores. Y no pueden exprimir tanto a sus proveedores, muchos de los cuales están en la bancarrota o se han reenfocado en fabricantes internacionales de automóviles. Tampoco pueden descargar su exceso de producción en los concesionarios, como ocurría antes, ya que éstos se han diversificado y dependen menos de una sola marca.

"Se necesita transformar toda la cadena de valor y eso es algo más díficil", dice el director de finanzas de Ford, Don Leclair. La compañía pronostica que sólo volverá a la rentabilidad en 2009.

Los consumidores se han vuelto un gran dolor de cabeza para Detroit. La combinación entre los cambios de gustos y el aumento de la gasolina ha llevado a muchos estadounidenses a preferir vehículos más pequeños y más eficientes en el uso de combustible. El problema es que ese tipo de automóviles son menos rentables para las automotrices. Las ventas de camionetas y todoterrenos como el Ford F-150 o el Ford Explorer se desplomaron en 2006, explicando parte de la caída en ingresos de US$46.000 millones en el cuarto trimestre de 2005 a US$40.000 millones en el mismo período de 2006.

Ejecutivo optimista

Mientras GM fue el ejemplo de los males de Detroit en 2006, Ford va en camino de ser el gran ejemplo de 2007. "Me parece que GM se movió al principio con mayor rapidez que Ford, así que ya están viendo algunos beneficios de su reestructuración", dice Alan Mulally, el presidente ejecutivo de Ford. "A medida que avancemos por esta reestrucruración, por esta transición, habrá dos o tres años en los que tenemos que transitar por el fondo de las pérdidas. Toma tiempo girar estos enormes buques".

Mulally, que asumió el mando en octubre cuando el entonces presidente ejecutivo de la automotriz, William Ford Jr., lo trajo desde Boeing, asegura que pese al sombrío ambiente en Detroit sigue siendo optimista de que Ford podrá retornar a la rentabilidad. "No estamos para nada frustrados. Tenemos que lidiar con las cosas como son (…) Podemos hacerlo. Podemos hacer esto", insiste.