Son como heridas
Jorge Drexler le dedica una canción en su último disco a quien fuera su pareja durante muchos años. El cantante uruguayo le envía un mensaje alentador al asegurarle que su corazón va a sanar tarde o temprano. Es sólo cuestión de tiempo.
Me gusta escuchar esa canción cuando voy en el coche camino del trabajo. Todavía no son las siete de la mañana y por mucho que cambien la hora, no acaba de amanecer. Viajo en penumbra y por las calles veo algún vagabundo o niños madrugadores a la espera del autobús escolar. Drexler afirma que su corazón va a sanar. Sin embargo, estoy segura de que su ex no puede escuchar esa bella melodía sin derrumbarse. Sin desear que ojalá nunca se la hubieran dedicado. ¿Quién es este atractivo y talentoso sudamericano para ir a decirle a nadie con el corazón »partío» aquello de »sana, sana…»? Pero es verdad que la letra es linda y a mí, que hoy por hoy tengo ese músculo intacto y palpitante, me reconcilia con los días y sus amanecidas perezosas.
No habría querido nunca jamás que un ex enamorado magnánimo me dedicara una canción así. Habría significado que me dejaron y emprendieron una vida más feliz lejos de mí. Y que desde la distancia me desean lo mejor. Como los enfermos cuando reciben tarjetas solidarias en las que se les da ánimo y piden por su pronta recuperación. Hay convalecencias demasiado crueles. Las del corazón herido. Una puñalada trapera al epicentro del amor. Un diagnóstico que apunta al fin del romance. La metástasis de la pasión. Carcomida por la indiferencia y el olvido. Y como último legado, una receta breve y concisa: tu corazón va a sanar.
Jorge Drexler, que tiene cara de chico bueno y ganó un Oscar por un tema que idealizaba al Che, lanza un disco intimista y lo titula 12 segundos de oscuridad. Que son los que importan más que la luz. El túnel del desamor son muchos segundos de cerrazón que pueden parecer vidas. Luego viene la reencarnación, que es desde donde escribió su álbum el cantautor. Renovado y con ganas de vivir. Por eso le entrega a su ex palabras que dicen »Y aunque parezca mentira, tu corazón va a sanar». ¿Y si no hubiera cura para el mal de amores? ¿Dónde está el antídoto para los que se quedan postrados en el abandono?
En toda historia de amor es fundamental ser el que emite la receta y no al que mandan a tomar jarabe para eliminar la tos de las lágrimas »que vuelven a tus ojos desde el mar». Habrá quien se pregunte cómo asegurarse ese papel en obra tan impredecible y traicionera como la de los asuntos del cuore. Cómo dirigir un guión que se improvisa cada día en los susurros de la cama y al borde del lavabo. Cómo adelantarse a los hechos y tener escrita la canción antes de que te la dediquen. No sabría explicarlo, porque no hay materia más alejada de la ciencia exacta que la de los sentimientos. Pero me temo que uno nace tipo Jorge Drexler o sencillamente estás condenado a recibir una balada de despedida.
Muchas mañanas escucho el CD en medio de la oscuridad que me conduce a la rutina de todos los días. Drexler tiene la voz suave del sempiterno sudamericano exquisito. Por primera vez me alegro de que no me hayan dedicado una canción. No quiero regalos cargados de buenas intenciones. Son dardos certeros y directos al corazón enfermo.
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