Argentina: Las diez razones para no invertir
Un repaso de las restricciones económicas argentinas ofrece un ranking de las diez razones para no invertir
Inseguridad jurídica, amenazas, cierre de exportaciones y quiebra de contratos son las primeras
En 2006, la Argentina superará el récord de inversión respecto del PBI de 1998 (21,1%) y se ubicará por encima del 22% en el que viene. A partir de allí, es más probable que tome una trayectoria descendente a que siga en alza. El problema es que la Argentina necesita superar el 26% del PBI de inversión para mantener tasas de crecimiento mayores a 6% anual, que son las que permitirían recortar rápidamente la distancia que nos separa de las economías desarrolladas. De esta forma, se podría incrementar el bienestar y reducir drásticamente la pobreza.
Una opción para esto sería aumentar el ahorro interno. Sin embargo, el gobierno nacional difícilmente incremente su ahorro e inversión respecto del PBI en los próximos años. Al contrario, luego de algunos ejercicios de alto crecimiento, es esperable que se reduzca para dejar paso a otras prioridades (por ejemplo, sistema provisional, remuneraciones de estatales, etc.). En tanto, los altos niveles de pobreza y las tendencias populistas de este gobierno son incompatibles con forzar un mayor ahorro del sector privado, lo cual tampoco es solución. Al contrario, es probable que los incentivos sean en el sentido inverso y que se promueva un mayor consumo.
Entonces, ¿quién aportará la inversión que falta? El único que queda es el sector externo. Sin embargo, la inversión directa extranjera en la Argentina es sustancialmente menor a la de la década anterior. En la actualidad, su participación en el total de capital de largo plazo llegado a América latina y el Caribe es de alrededor del 40% de la de los 90. Considérese que la comparación se hace con países vecinos y no con países desarrollados o la India o China.
Uno debería preguntarse por qué es tan poco atractivo invertir en la Argentina, no sólo para los extranjeros, sino para los propios empresarios locales. Ahora bien, ¿usted invertiría en un país donde…
…le pueden prohibir la comercialización de un producto recientemente lanzado con una norma retroactiva (inconstitucional) cuando una anterior lo permite? Menos mal que la Constitución nacional dice que nadie puede impedirnos realizar una actividad lícita.
…un funcionario lo puede amenazar con prisión por no producir o vender a pérdida un producto, simplemente porque a él se le ocurre que tiene que valer menos de lo que cuesta proveerlo? Además, cuando la norma que dice le da esa facultad (ley de abastecimiento) aclara que, para tenerla, debería aprobarse una ley de emergencia de abastecimiento, que el Congreso ni siquiera trató.
…le pueden restringir la venta al exterior o cargarle un impuesto sobre su producto para reducir el precio interno al que usted va a venderlo? Por ejemplo, de 2002 a 2005, solamente por soja, maíz y trigo, los productores agropecuarios transfirieron por las retenciones al gobierno un tercio) y a los consumidores locales (dos tercios) más de US$ 8000 millones.
El Estado quiebra unilateralmente los contratos y las reglas de juego para la prestación de servicios públicos y cinco años después no hay perspectivas de que se restablezcan condiciones de operación y tarifas de largo plazo? El gran problema es que para el gobierno, los servicios públicos y sus tarifas son un instrumento de redistribución del ingreso; por lo que debe ser un funcionario quien arbitrariamente decida a quién, dónde, cuándo y cuánto se le aumentan los servicios y cómo se prestan.
…un funcionario, sin norma alguna que lo avale, puede llamar a las compañías y exigirles que, con tres semanas de anticipación, le pidan permiso para aumentar sus precios y que se lo justifiquen con aumentos de costos?
…el que negocia, cierra y firma los acuerdos de aumentos de sueldo que va a dar el sector en el que usted producirá es el Presidente de la Nación o su ministro de Trabajo?
…un funcionario anuncia demagógicamente que se lanzarán líneas de crédito hipotecario con cuotas similares a los alquileres, lo cual es imposible sin un subsidio explícito del Estado? Además, como el Gobierno no quiere asumir el costo de dicho subsidio, presiona a los banqueros para que lo asuman ellos ("porque están ganando mucha plata"). Hoy, ante el fracaso de lo anunciado, queda en claro que lo importante fueron los titulares de los medios del día siguiente y no las necesidades de la gente.
…un empresario puede ser "castigado" desde el atril presidencial o desde la oficina de alguno de sus funcionarios porque hizo declaraciones que a ellos no le gustaron o aplican una política comercial que, según ellos, es incorrecta?
…corre el riesgo de no poder levantar una cosecha o realizar la siembra debido a la falta de gasoil o de incumplir la entrega de un pedido por la escasez de energía eléctrica que producen las políticas demagógicas y populistas del gobierno?
…un gobierno, que actúa con tanta arbitrariedad respecto de los derechos y propiedad de los empresarios y ciudadanos, tiende a diluir los controles republicanos de los otros poderes (Justicia y Legislatura)? Es más: donde el Congreso le otorga "graciosamente" al PEN funciones que le son propias e indelegables según la Constitución nacional.
Seguramente, la mayoría de los lectores habrá respondido con un rotundo no, lo cual explica las pobres perspectivas de inversión. Sin embargo, eso no quiere decir que siempre ésta sea la respuesta. Todavía se puede colocar el dinero en sectores rentables en los que el Estado no tiene tanta facilidad o interés en intervenir; o aprovechar el creciente "estatismo" actual para hacer pingües negocios con los gobiernos nacionales y los provinciales; o beneficiarse con las tendencias nacionalistas y proteccionistas del actual Poder Ejecutivo Nacional para obtener aumentos de aranceles, restricciones a la importación de productos que compiten con los propios para poder venderlos más caros; o lograr subsidios o preferencias para mi compañía en función de las buenas relaciones con el poder. Sin embargo, no parece suficiente para lograr los niveles de inversión que la Argentina necesita para soñar con abandonar la tendencia al subdesarrollo en la que, en las últimas siete décadas, se vio sometida por los sucesivos gobiernos populistas, sean de izquierda o de derecha, militares o civiles.
Un cambio cultural
La solución del problema no es sencilla. Las naciones exitosas no lo son porque sean de izquierda o de derecha o estén en el norte o en el sur del planeta. Si uno divide a los países entre desarrollados y subdesarrollados, observará rápidamente que la diferencia entre ambos grupos es que los primeros son más respetuosos de las instituciones y los derechos de los ciudadanos. Un ejemplo de este camino de desarrollo son Chile, Nueva Zelanda, Australia y otros del hemisferio sur. Irlanda, España y ex economías soviéticas en el hemisferio norte. Pero iniciar este mismo camino no depende de un gobierno, sino de la decisión de un pueblo de ser maduro, respetar los límites y entender que el fin nunca justifica los medios. Cuando los argentinos pensemos de esa forma, seguramente los gobiernos no tendrán más remedio que cumplir con las funciones y respetar las restricciones para su ejercicio que marca la Constitución nacional. Mientras tanto, es deber de todos trabajar para difundir y asumir individualmente el compromiso con este cambio cultural.
El autor es socio y director general de la consultora Exante.
- 23 de junio, 2013
- 22 de julio, 2025
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- 7 de julio, 2025
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